domingo, 31 de enero de 2021

 



 



Grave amenaza de muerte en el ABC de la parte republicana, a José González Marin porque llevaba en el Barco que lo traslada a Iberoamérica  la Virgen de los Remedios a fin de salvarla, para su pueblo, y que continuara en él  de generación  en  generación la tradición advocación mariana a la Patrona la Milagrosa Virgen Trinitaria de los Remedios, de naturaleza devocional y no  instituida  alcaldesa perpetua  de Cártama  en aras del voto espurio y mercantil y no de su dulce y entrañable espiritualidad del pueblo sencillo

Por ello y por  las acertadas palabras que le dirigió el Aedo desde el escenario al último Presidente  de la fracasada y pro soviética  II República española,  Sr. Casares Quiroga, éste  considerándose  al parecer    burlado por quien "a través de las azules distancias" se llevaría  consigo en el buque "Cabo Santo Tomé" con ocasión de una  una inminente turné,  ni más ni menos que la multisecular  imagen real de la  famosa y milagrera  Patrona de su pueblo, Nuestra Señora de los Remedios que,  ya había sido sentenciada al fuego por el liberticida  e iconoclasta comité frentepopulista, que ya había quemado todas las  reliquias religiosas  de la parroquia titular, de San Pedro y, el Santuario Mariano de la Hispanidad  que así, según el escritor Maximiano García Venero, se le llegó a llamar al de nuestra Virgen de los Remedios  en el que hoy, Ella es mera ocupa, por obra y gracia de una Corporación de antecedentes peores que laicos. Al final este Santuario fue saqueado y, todos sus interiores genuinos, quemados. <<<<<<<<<<<<<<

En el cable se ordenaba al capitán del trasatlántico  la detención de José González Marín al capitán del barco, a la altura de Brasil, detenerlo y retornarlo esposado a España con carácter de urgente y suma XXX  custodia. Urgente, porque el navío debía ser  adaptado para traer al bando republicano aviones y tanques rusos, a cambio del tesoro que de todo los españoles nos robaron  los honrados republicanos hispanos aunque por ingente cantidad nos dieron una miseria. Prieto y Largo Caballero nos robaron la otra mitad que se llevaron en el yate Giralda que robaron y le pusieron de nombre VITA; y con tan  enorme cantidad del tesoro robado, lo pasaron a cuerpo de rey en México los "patriotas" republicanos. 

Casares Quiroga (otro "prenda",  último Presidente de la II República)  no fue obedecido por el capitán capitán del Barco que, delante de Antoñico que pasado algún tiempo  me  contó emocionado la escena,     le enseñó a Pepe González Marín el cable presidencia, y arguyó:
---Pepe, amigo mío, tú con tus versos y canciones de la España querida que dejamos atrás quizás para siempre,   has paliado la angustia y zozobra de todos los que vamos en el barco, y no sería yo quien te detuviera y retornarte a  una muerte segura. El barco, cuando vuelva a España

 "Voy a simular una avería del barco para tocar tierra  en el puerto brasileño de Rió Grande; le daré  permiso para una breve  salida  al  pasaje y,  tú  aprovecharás para  llevarte tú maletín con Ella a Buenos Aires  vía Uruguay por tierra y, Antoñico que siga con el atrezzo hasta destino en donde, amigo mío, te prometo estar en tu debút y anunciado homenaje en el Teatro San Martín..." " No seré yo quien cumpla tan injusta  orden y, por ello, no te detengo...; todo el pasaje marineros te debemos que   durante toda la travesía  has venido paliado paliandonos  el dolor y las angustias con tus versos y tus cantos de las cosas de España que dejamos atrás. alegrado la travesía de el pasaje  de exiliados huyendo     en tierra extraña que le  dio orden al capitán del barco 



sábado, 30 de enero de 2021

 

LA MIRADA INEFABLE DE UN DEVOTO POETA DE POETAS

 

Una mirada  puede entrañar toda una hermosa historia y,   casi siempre dice  más que  un largo discurso porque, las palabras, son proclives a  estar  lastradas de falsedad pero, la mirada, no, porque  es el genuino lenguaje del corazón y del amor; es una plática inefable que todo el mundo entiende.  La que, emocionado, comento  aquí es arpegio de una mirífica epopeya,  única en el orbe hispano  ---norte de África, América y Europa (España, París, Berlín)---   que,  sólo fue posible al  estar avalada por la biografía excepcional de un genial  personaje nacido en un pueblo de nuestra tierra guadalhorceña.   

Así, pues, la mirada que en la foto dirige (era característica en él en los tensos o  admirativos  estados de ánimo)  José González Marín  a uno de los  grandes amores de su vida, la Patrona de su pueblo, Nuestras Señora de los Remedios, lo dice todo de forma impactante;  mirada, repito,  que  denota  en su arrobo inefable, entre otras causas nobles de su vida,  la inusitada gesta mariana y poética antes evocada,   que un día de julio de 1.936,  llevó a cabo durante año y medio  en un  delicado y dramático momento de nuestra historia reciente  con evidente peligro de su propia vida; ello, por su noble empeño de salvar la tradición cohesiva y aglutinante de su peculiar pueblo que tan bien conocía, quería y benefició siempre. Pero, digamos desde ya, que su pueblo no ha resistido últimamente la prueba del algodón en la gratitud  que le debe a tan insigne hijo, sino muy al contrario.

No obstante,  su mirada lo atestigua fehacientemente, era  un hombre sustancialmente bueno que fue por la vida poniendo paz y amor en donde existiera  odio y rencor. Ahí están para corroborarlo las hemerotecas con sus crónicas a lo largo de medio siglo día a día, tanto de América como de España y norte de África.

Ésta del preclaro personaje comarcano es indubitablemente   una de esas miradas indefinibles,  compatible con el pincel de un Leonardo da Vinci, que  encierra todo un mundo de emociones emanadas de las bellas experiencias vitales y artísticas de un ser excepcional    que, insisto,  llegó a protagonizar la  epopeya mariana más extraordinaria de la historia toda.   

Pero vamos a  una oportuna y siquiera mínima semblanza suya para quienes aman la historia real de su pueblo, siempre inseparable de la de sus personajes egregios; es decir,  que sin historia ningún pueblo puede conocerse ni ser dueño de su futuro:

 

1º.-  José González Marín nació  en Cártama (Málaga). Fue un personaje universal  por su arte y por sus condiciones humanas: Licenciado en Leyes, no obstante fue fiel a su vocación de actor adquiriendo aún muy joven notable fama como tal, y en especial como eximio  rapsoda. La II República le distinguió con la Gran Cruz de Isabel la Católica; hijo adoptivo de gran parte de España;  recibió durante su larga trayectoria artística  infinidad de homenajes populares, de intelectuales, poetas y de artistas; fue el personaje de los teatros al que más páginas  le dedicó la prensa de su tiempo  incluidos los años  iníciales como primer actor siempre   en las más egregias compañías  teatrales de su tiempo: María Guerrero, Enrique Borrás, La Xirgu, Membrive etc.etc..

Un día  tuvo la genial decisión de iniciar (más bien, de aflorar lo recóndito íntimo) un nuevo y noble arte:  la escenificación en solitario de la poesía   siendo  a un tiempo, como dice Manuel Alcántara en el prólogo del libro, “El Faraón de los decires”, “no solo un actor, sino un  actor y toda la  compañía

2º.- Liberó  la poesía del excluyente claustro  de los intelectuales y la llevó, escenificada genialmente, al pueblo llano haciéndola comprensible para  todas las inteligencias y clases sociales. Una auténtica revolución socio-cultural que nadie, incluidos los  partidos políticos, lograron ni antes ni después y, en esa misión,   estuvo recorriendo toda su vida España entera incluidos sus pueblos y, en el mismo empeño  llevó a cabo más de treinta viajes a América actuando en  todas las  ciudades y pueblos desde el cono sur a Nueva York,  dando a conocer con su arte   la poesía y  a los poetas españoles, así como a los de aquellos países cuyos poemas matrices, en especial los afroantillanos,   divulgó e hizo famosos. Por eso  los propios poetas, cual aparece en las crónicas,  lo consideraron su  “Hermano mayor “ y,   “Poeta de poetas”, amén de  ser proclamado por  inspiración del insigne periodista, César González Ruano,  “EL FARAÓN DE LOS DECIRES”.

3º.-  En  la comarca de la hoya guadalhorzana,  mucha gente de toda condición    son devotos desde siempre  de la cinco veces secular imagen de la Virgen de Los Remedios, Patrona de Cártama. Y,  es hora de preguntarse en  justicia: ¿Existiría hoy esa tradición multisecular de Cártama si un día José González Marín no  salva  su imagen titular, joya de la imaginería sevillana del siglo XV  impregnada de efluvios devocionales de generaciones y generaciones de antepasados nuestros; metáfora ideal y  necesaria  de  aquella Virgen belénica e histórica de carne y hueso, llamada María, que parió en la pobreza de un establo al Dios de los cristiano, Jesús de Nazaret?.

Hay sobradas razones analógicas para asegurar que no, definitivamente no: Si en vez de ser quemada en las aciagas datas de nuestra guerra civil de  1.936 la copia que  González Marín dejo en lugar de la auténtica que se llevó a América para evitar su quema tal hicieron con la copia ad hoc dejada por el juglar burlando a la plebe fanatizada,   y su Santuario. Santuario que Francisco Palma  restauró (liberada Cártama), por voluntad y a   costa de José González Marín,  hoy no existiría la ancestral tradición mariana de La Virgen de los Remedios, como dejó de celebrarse  la enjundiosa tradición de  los “pazos” de Semana Santa y las cofradías  de “verdes” y “moraos”, al ser quemados todos sus titulares.  

4º.- Y en esa mirada de amor a la Patrona de su  pueblo y sus gentes, está todo el compendio de  la cantiga mariana más bella y emotiva  de la historia de la humanidad ,  protagonizada por una Virgen bella, de talla chiquita que recorrió en brazos de su paje y juglar todas las ciudades y pueblos de habla hispana de allende la mar océano.

Según un adagio, “dos cosas definen al ser humano: su mirada y sus hechos” y, aquí, tiene total y evidente  sentido el feliz adagio.

5º.- Todos los pueblos de la comarca han rendido en una u otra ocasión merecido  homenaje de gratitud a su egregio hijo adoptivo, José González Marín, habiendo quedado voluntaria y capitalizadamente al margen de tales actos y en absoluta evidencia y ridículo, su pueblo natal. Y  el 80 aniversario de la antes referida peregrinación de la Virgen de los Remedios por Iberoamérica y, el inigualable hito de que aquellas repúblicas hermanas, en honor al juglar y a la Virgen Peregrina española, entregaran a Ella (representada en su juglar y paje) por manos de los respectivos presidentes de gobierno su  enseña nacional en señal de exvoto y HERMANAMIENTO con la  España  en liza cainita, sin distinción de bandos y, según escribió en documento (que yo tengo en mi archivo) el famoso escritor y poeta Maximiano García Venero, a su Santuario cartameño se le llamó, Santuario de la Hispanidad. Muchos años orlaron dichas  banderas los muros de dicho  Santuario serrano en Cártama, que, dicho sea con pena, fueron quemadas en la década de los años sesenta del pasado siglo, y con aún más pena, constatar que La Sagrada Señora Patrona de Cártama, es hoy mera “okupa” en la Ermita que para Ella confeccionaron los Reyes Católicos y se lo regalaron al pueblo devoto, y no al Ayuntamiento tragaldaba que, mediante un discutible expediente de dominio, se lo quedó en titularidad. En otro momento seguiré hablando de la pechá de reír, si no fuera para llorar por su estulta vileza, del cambio de titularidad en flagrante deslealtad popular, del teatro José González Marín.

Acorde con el tema que nos ocupa, como nunca viene a pelo citar aquí los célebres  versos de Quevedo: (Este poema se inserta sin trabajarlo; perdón)

 

       No he de callar por más que con el dedo,

Ya tocando la boca o ya la frente,

Silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se hs de decir lo que es  la verdad…?

 

Como cierre de este sucinto bosquejo histórico conmemorativo sólo se me ocurre, con el alma dolorida,  esta exclamación: ¡¡Pobre Cártama en un tiempo leal y famosa y, los siguientes versos de un aprendiz de poeta:

Porque fuiste pregonero

Del  las  virtudes de Cártama;

Porque en tus versos, su nombre

Suena como arpegios del cielo;

Porque en las horas difíciles,

Cuando la duda triunfaba

Tú seguías el camino

Que Ella te señalara;

Porque por todas las rutas

Sus ansias fueron tus ansias,

Sus dolores, tus dolores,

Su esperanza, tu esperanza.

Porque fuiste pregonero

De nuestras viejas hazañas

Y adelantado mayor

De nuestra historia gloriosa

Y azul de todos los mares

Coloreó tu  palabra

Con corona de poesías.

Juglar te coronó España

Porque fuiste pregonero

De nuestra Virgen de Cártama,

De cuyo amor la envidia insana

De su pecho creen tenerte fuera

De forma despiadada.

Tú, juglar de los mares,

Con valor de enamorado

De las garras iconoclastas

La robaste para que no la quemaran

Cuando a ello ya era  sentenciada

Y a América te la llevaste,

Y con  Ella en tu zurrón

Escribiste la mejor cantiga

Como en libros las plasmaba

El mester de Clerecía.

Por mediación de Ella España

Sin distinción de bandos

Fue hermanada  con las naciones

Iberoamericanas que le dieron sus banderas

Para que Tú Ermita orlaran.

Y tú en las noches triunfales

Tu nombre uniste al de Cártama,

Y a Cártama, tu pueblo,  la retornaste

 Famosa, ilesa, triunfal y alhajada

Habiendo sido Ella alivio de tu pena

Durante  jornadas con amenazas de muerte.

(Sin corregir aún)

 


viernes, 29 de enero de 2021

    Los que quitaron  su nombre ("José González Marín") al Teatro de su pueblo que lo llevaba desde su creación, y tal entuerto cultural  con abuso de poder tal cunde hoy, no están en condiciones de comprender, ni paladear, ni captar su significado laudatorio que para su pueblo tiene  soneto, ni quien era su autor  que  que al leer su nombre  seguro que se  malician  que fue un futbolista.
Así está el patio por estos pagos inculturales.

 

 

                                                   “EL PORQUERILLO”

                                                                      (Denuncia social)

A mi dulce amiga, Mayrata, para que   sepa como vivían    muchos niños de su edad en época de sus abuelos.

                                                                          ***

   “Raspasayo” --- ¿quién no tiene su mote, a veces chocante e hiriente,   en cualquiera de nuestros  pueblos? ---, además de barbero en Cártama, ponía “indersiones”, sacaba  muelas si se terciaba y, ejercía de “capaó” de cerdos e, incluso, de cerdas que ya hay que tener arte en cirugía veterinaria,  operación necesaria  al meterlos  en engorde para  su posterior sacrificio en el matadero industrial ó, en la ritual matanza casera  prenavideña, cual era tradición atávica en los pueblos andaluces, al menos en las familias medianamente pudientes.

  

Aquél domingo, antes de apuntar el sol, “Raspasayo” se dirigía a lomos de su burra aparejada con enjalma, mandiles y corona de días festivos, por el camino de las Angosturas hacia el  cortijo, “El Gato”, en la “dehesa de arriba”  desde el que le habían “mandao  recao” para que fuera a capar una punta de  cochinas próximas  a entrar  en cebo en montanera o estabulación.

 

También espatarrado delante de su regazo, el “capaó” llevaba a su  hijo, un zagalillo de cómo seis años, al que sostenía con la mano que le dejaba libre el manejo del cabestro con  que encarrilaba la cabalgadura.

 

          En un  rastrojo de cañas de  maíz  cercano a la trocha de rodadura,  un porquerillo de cómo siete años,  pintoresca pinta y pobres trazas,  guardaba  un hato  de cochinos.

 

 El campo ofrecía aquella mañana un panorama de opresiva  tristeza invernal.  La humedad ambiental, aún mantenía  pegada a la tierra   el humo de las candelas que los jornaleros encendían  en los tajos con taramas y ramón de tala  para paliar el frío, a la guarda de  que  capataces y manigeros dieran la orden de meter mano a las  faenas camperas.

 

Pastueñas yuntas araban ya en las besanas de las pardas hazas  de sembraduras, dándole tempero de cosechas a la tierra madre. De  lontananza llega el eco de una copla caminera lanzada al aire por un carretero al son lento de los platillos de su carreta.

 

El gélido terral atería el cuerpecillo del zagal porquero que tiritaba como  un  patalete descolgado del tibio y plumoso nido. Su instinto  aguzado por la perra vida, le indujo a resguardarse  poniendo en pie un par de pañetas de cañas de maíz “derribadas”  ya a finales de verano  sus mazorcas,  contra las que  se arrecachaba de espalda a poniente, eludiendo así la terralera. Intentaba proteger sus pies desnudos en lo que de ellos no cubría los capellás de pleitas  de sus alpargates de  esparto con suelas de trozos de ruedas viejas de camión, sentándose  sobre ellos  en la cruda tierra a manera de diminuto buda.

 

Para  tener a rayas a los cochinos los apercibía  en su instinto animal de que él no los perdía de vista y estaba siempre pronto a cruzarles  el zurriago  si se desmandaban; de vez en cuando se erguía para reprenderlos con el onomatopéyico sonsonete,  propio en el menester de los porqueros de la ribera del Guadalhorce: “guigggní...”, crujiendo al mismo tiempo la puntera del zurriago, con lo que conseguía  que la piara permaneciera agrupada,  y, tras ello, castañeándole los dientes por el relente, volvía al resguardo de los haces  de ricias, liado, cual si fuera un  espantapájaros, en una vieja chaqueta de varias veces su talla, ya muy usada, con la que alguna “alma buena” habría dulcificado su conciencia regalándosela. En las bocamangas de la prenda embozaba sus infantiles manos prematuramente encallecidas por un trajinar, que ya era en sí  duro para mayores que él.

 

 A media mañana, “Raspasayo” con su hijo retornaba al pueblo a lomos de su rucia por el mismo camino que antes anduvieron en sentido contrario cuando, de pronto, advirtió que el amo de la piara de cerdos, que había aparecido por el careo para echarle un vistazo, increpaba  con desproporcionada acritud, incluso para lo acostumbrado entonces, al  porquerillo. El caso era que, en un descuido de éste, uno de los marranos, al ventear las batatas de un pegujal próximo, se había salido del hato  y hozado algunos lomos de uno de los canteros, casi ahitándose de boniatos, por supuesto más sabrosa pastura que los granos sueltos y los hormigueros de alúas que los gorrinos rebuscaban en el rastrojo :

 

--- ¡Eres un irresponsable y  un inútil...!. ¡Anda, coge el camino y que yo no te vea más por aquí!  Mañana buscaré otro porquero menos vago que tú...--- le zahería el amo de los cerdos.

 

                 Sobraban motivos para que un niño llorara. Pero el porquerillo sabía bien que, si era capaz de hacer faenas de hombre, como un hombre tenía que ser capaz de tragarse la congoja y culpabilidad que sentía en ese momento.   Le habían imbuido  que cuando un animal se escapa de la piara y causa daños  en sembrado ajeno, el dueño perjudicado podía acudir  al guarda jurado,   el que llevaba  correa ancha de cuero en bandolera del hombro a la cadera, con placa en medio grabada y, tercerola colgada. En todo caso,  había que pagarle al perjudicado los daños causados en su haza por el cochino desmandado. Estos eran los usos y costumbres ancestrales con categoría ya de ley positiva.

 

  A “Raspasayo”, la dura escena  le trocó sus pensamientos en sentimientos y, apretando, en un acto reflejo,  a su hijo contra su regazo, abogó así por el porquerillo:

---Ya está bien,  amigo... ¿No ve usted que es un niño, y está helado de frío? Eso pasa todos los días y a cualquiera, incluso a mayores que él  y, al fin y al cabo, el daño no ha sido del otro mundo. Sólo se le ha escapado un cochino...

 

La respuesta del amo de la piara no dejaba lugar a más alegaciones:

--- Con su edad, la vida también me obligaba a mí a guardar guarros y demás ganado en los manchones. Hasta, si encartaba, dormía con ellos en los pastos, bajo las estrellas, en las noches de alta primavera y verano, aguantando algunas veces bruscas, tormentas o escarchas sin otro cobijo que un cacho de toldo viejo y  una arpillera rellena de   sayos como colchón. Y tenía que ser más responsable que este porquero, si quería  servir amo para ganarme la manutención.

 

El  bujeo del camino  era ya barro pegajoso debido a  las recientes lluvias. El  zagalillo, tenía  los alpargates y el alma hundidos en el lodo gredoso, y era imagen estremecida  de la virtud original derrotada. El capellá de esparto de su calzado, al humedecerse, le apretaba los pies, por lo que el chiquillo andaba con dificultoso renqueo.

 

             “Raspasayo”,  asiendo  a su hijo en tierna empatía de dolor moral, arrimó la jumenta al  balate de la trocha y, desentendido ya del  amo de la manada de cerdos, indicó con un ademán al chavea que se montara a la grupa.

 

--- Agárrate a  mi  cintura, hijo, no te vayas a caer, que esta burra   hace extraños.

 

         Atenazado a su protector, en silencio, con el dolor comprimido en su rostro prematuramente curtido por los ingratos avatares, el porquerillo lloraba en aquella cenizosa mañana silenciosas y amargas lágrimas tal las lloran los hombres de cuajo ante la injusticia.

 

--- Dime, ¿que edad tienes?

--- Mi madre me dice que estoy metío en los ocho  años....

--- ¿Y por  qué no estas en la escuela...?

----Cuando al ponerse el sol   encierro el atajo, voy “a la escuela de noche” que Ignacio tiene para los hijos de los jornaleros. Sabe uzté, ya me zé  de memoria las cuatro regla… Pero  no tengo ma remedio que servir amo porque  somo  ocho hermano y mi padre no no pué mantené a tos...

             ----  ¿Cuánto ganas?

----Me dan  desayuno, almuerzo y la taleguilla con la merienda de la que guardo algo para ante de acostarme.

        

  Cubrieron el trayecto ---tres estadios de la vida humana a lomos de “platera”---, charlando de las cosas de la vida cotidiana hasta que llegaron al pueblo. Las campanas de la parroquia tocaban a vísperas; era la hora en la que, tras el almuerzo,   los otros niños, alborozados, volvían  a las escuelas.

 

 El porquerillo tendría que empezar a buscar nuevo trabajo de mantenido en alguno de los cientos de   cortijos que entonces moteaban  la hoya del río Guadalhorce.

 

 En su cielo infinito, el Sumo Creador, a la vista de la escena, se cuestionaba al hombre y se preguntaba si realmente era, como pretendió al crearlo al principio de los tiempos, su creatura más perfecta.

 

Cuando creé palomas, no debí crear gavilanes…”, se decía el Sumo Creador para sí meditabundo.

jueves, 28 de enero de 2021

                                                                        SOBRE UN AMIGO MUERTO

Pienso en lo que unos vulgares pendones políticos están haciendo con la amada Historia de España en aras de sus mercachifles´intereses. Según el manco de Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos" en do se luchó contra el turco al mando de don Juan de Austria y al grito de, ¡¡Viva la Virgen de los Remedios!!, en donde de un trabucazo Miguel de Cervantes perdió la mano izquierda para gloria de la diestra, con la que, entre otras obras sublimes, escribió la más excelsa novela de la literatura universal, el glorioso y emulable de todo español de bien, el caballero andante "Don Quijote de la Mancha". Dice don Miguel de Cervantes: La Historia hace presente lo pasado,cercano lo distante, notorio lo secreto, perpetuo y casi eterno lo caduco; constante lo voluble y ofrece a la vista muchas veces lo que se vio sólo una vez y aún apenas alguna" Ella renueva lo viejo, acuerda lo olvidado, resucita lo difunto y, con una casi divina virtud, restituye a las cosas su antigua forma y ser, dándoles otro modo de vida en realidad de verdad, no ya perecedera, sino inmortal. El hito histórico-mariano más deslumbrante en la concerniente Historia de la Humanidad, la Cantiga mariana que un egregio hijo predilecto de Cártama y de España escribió en carne y hueso por todas la naciones de Iberoamérica con sus capitales y sus pueblos desde 1.936 a 1.938, y que algunos alcaldes de su pueblo en mutua y viscosa connivencia, han querido distorsionar mezquinamente y dejarla a la gestiones en lesa herencia espiritual y emocional, presentándoles malo, lo mas grandioso de nuestro acerbo cultural, poético y humanista, impregnado de la prez del hombre más bueno de la historia de Cártama que la protagonizó. Pero algunos hijos de Cártama les han contrapuesto la verdad histórica acusándoles erre que erre sus flagrantes y aleves contradicciones hasta dejar al ángel de la poesía y las candilejas en el lugar de honor que le pertenece interactivo en tres continentes por los que en vida fue haciendo España y pueblo. Amigo bueno en la memoria, ya me duele el corazón por mi lucha defendiendo tu dignidad de hombre de bien que fuiste, amante sin igual del pueblo que te nació y que hoy te nadea y lesionan tu fama con cobardes embozos algunos, esclavos de "lo políticamente correcto"..

Me gusta
Comentar
Compartir