Hasta finales de los años cuarenta del pasado siglo, cuando las habituales sequías azotaban los campos de labranzas desde la otoñada hasta octubre del año siguiente, y a veces ni "se ponían eras" de trilla porque no habían crecido las sementeras, agostadas por la sequía, era costumbre consuetudinaria el sacar la imagen de la Virgen de Los Remedios al patio de entrada de su Ermita y, asomarla cara a los campos mientras se elevaban preces por el pueblo allí reunido.
Desde el año 1.837, para tal rogativa se le ponía el llamado "manto del agua", que de esa fecha en adelante fue uno verde con el que permanecía vestida hasta que llovía, cuyo origen es el que se detalla en el documento arriba insertado.