martes, 25 de julio de 2023

 

 

FIESTA DE LOS CANASTITOS

I

       El 26 de julio de cada año se celebraba en Cártama el día de Santa Ana, titular del gremio de viñeros, esquilmeros y aparceros de esta labriega villa.

       Cártama tiene un gran parecido orográfico con Nazaret (“Flor de Galilea”), tierra de Santa Ana, madre de la Virgen María. De gran belleza paisajística, Nazaret parece brotado al pie de una sierra que en temporadas se convierte en un espléndido jardín.

       Coqueta y acogedora, Cártama se asienta al pie del Cerro de la Ermita y, tras éste, se inicia el feraz partido de las Sierras de las Viñas, con algarrobos, almendros, olivos, azufaifos, pencas de higos chumbos, tocheras de esparto y palmas que producen el famoso cogollo, el delicioso palmito y la uva palma. Bajo el singular Cerro de la Ermita de la Virgen de los Remedios, Cártama dormita su modorra de milenios.

       En aquel apacible villorrio llamado Nazaret, habían nacido Joaquín y Ana, padres de la Virgen María y, por ende, abuelos de Jesús. Por tanto, no es de extrañar que los viñeros y labriegos menores de Cártama, eligiesen a Santa Ana como la titular protectora del Patronato gremial.

       Hace siglos, el Obispado, por mediación del Patronato, dedicó una Ermita a Santa Ana, ubicada junto a la carretera de entrada a Cártama, viniendo de Coín. Según el sacerdote investigador Lisardo Guedes, en el año 1.689 ya existía –junto a otras cinco- la Ermita Patronal de Cártama, dedicada a Santa Ana. Y añade Guedes que esta Ermita de devotos campesinos “llegó a vivir con desahogo total y gozó con Sacristán presbítero y tributaba largo al Real Subsidio” “... que llegaba a pagar mil ciento setenta y siete maravedíes”. “En 1.846 La Ermita era de buen ver pero no llegó a conocer ni pasar las penas que alcanzaron a las existentes en 1.936”, porque debido a lo arcilloso del suelo, se derrumbó durante un largo temporal de lluvias, al parecer sobre 1.929.

       El día de Santa Ana constituía para Cártama una festividad en la que, además de los adultos labriegos, tenían un protagonismo destacado y original los niños, a quienes sus padres les preparaban un canastito de cañas, en cuyo espacio interior sólo cabía un pequeño melón y, casi tapándolo hasta el borde, unas almendras, higos y chumbos; colgando del asa por una cara, un gajo de uvas y, en la otra cara, una rosquilla de pan, atado todo con un vistoso lazo azul.

       Después del acto religioso, los padres degustaban en los alrededores una merienda en la que se consumían, entre otras viandas, los primeros frutos del año, como melones, sandías, uvas, chumbos, etc.; todo un rito campesino y una exaltación de valores familiares expresados bajo precarios sombrajos de cañas.

       Los niños tertuliaban aparte y consumían el contenido del canastito. De ahí que secularmente la fiesta de Santa Ana el pueblo la llamara

                                                 II

indistintamente “El día de los canastitos”, afamado y copiado en toda la ribera del Guadalhorce.

       A partir de 1.929, la fiesta de Santa Ana se vino celebrando el mismo día de julio, ya con carácter un tanto más pagano, en los sotos del río que ofrecía la posibilidad de tomar un baño en sus entonces cristalinas aguas.

       Santa Ana despertaba mucha devoción en Cártama, de tal modo que el nombre de la Madre de la Virgen María lo lleva también una calle del lugar.

       Hoy el río está profusamente contaminado, al ser vertedero de aguas negras de los pueblos de la ribera; tan perniciosa circunstancia impide cualquier celebración en sus proximidades.

Jamás debió Cártama dejar  perder, como otras tradiciones entrañables,  la fiesta de Santa Ana, dado  el gran protagonismo que tenían en ella los niños ---y, porque  Santa Ana, amén de Madre de la Virgen María era esposa de otro Santo, San Joaquín,  de marcado arraigo antaño en Cártama---; tenía, y tiene dedicada  una calle en Cártama; era y síguelo siendo la Patrona de un gran sector de la abnegada clase campesina muy característica de Cártama (los esquilmeros de los famosos higos chumbos, almendras, higos, algarrobos, etc de la Sierra de las Viñas)  y, por supuesto, de abundantes viñeros de todo el municipio hasta que vino la epidemia de filoxera a finales del siglo XIX; dichos campesinos allá en lo profundo de los tiempos levantaron en su honor una famosa Ermita que estaba a la derecha de carretera poco antes de la entrada a Cártama. El investigador Padre Guedes describe de esta manera singular dicha Ermita: ERMITA DE SANTA ANA:

<”Antigua y de Patronato. Llegó a vivir con desahogo tal que gozó de Sacristán, presbítero y tributaba largo al real subsidio.

1.689.“La Ermita de mi señora Santa Ana con el Patronato de legos ha de pagar de Subsidio mil ciento setenta maravedíes.

13.X. 1717.-  Los Beneficiados y Cura de Cártama dan noticias de haber mueto el Ermitaño de la Ermita de Santa Ana de  dho lugar y proponen a Francisco Ybañez para el empleo: Y se le mandó despachar título.

En 1.846 aún estaba en activo esta Ermita Iglesia.

Es sumamente penoso que fiestas populares de tanta enjundia terruñera como esta de San Joaquín y Santa Ana se dejen que desaparezcan (también la de Casapalma con su titular, Santa Rosa, que entronca nuestra tradición mariana con la Virgen, Santa Rosa de Lima, Patrona de Ibero América y, relacionadas por un cartameño de cuando la Colonización (según mis apuntes de 1.505)  que retornó a su Pueblo, Cártama: el eterno ir y venir de los llamados indianos.