miércoles, 26 de marzo de 2014

MIRADME A LOS OJOS, HIJOS SAPIENS SAPIENS






Ya publiqué este artículo con anterioridad; lo hago nuevamente porque así me lo han pedido.




            La paleontología y la antropología  han dejado claro que nosotros, los humanos, descendemos del mono, concretamente del austrolopithecus, cuestión que ratifica, si bien la analizamos, la mirada (fíjense  bien en la mirada)  del ejemplar que aparece en la foto. Dice un proverbio árabe: “Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación”

            El  mirar de nuestro ancestral  antepasado es casi indefinible y ya definitivamente humano; las cualidades de su mirada no la encumbren la ficción ventajista, porque en su estadio   evolutivo este ser  no ha descubierto aún la hipocresía. La Gioconda del cuadro de Leonardo es  célebre por su indescifrable y enigmática sonrisa,  como es de enigmática e insondable, sin dejar de ser bondadosa en los entresijos de sus rictus, la mirada de nuestro padre-tronco,  porque no tiene trampa ni cartón. Pero es inquisidora y,  quizás entrañe un implícito reproche; se le intuye analítica y, por supuesto, circunspecta como corresponde a la desaprobación porque, lo que ve es que su prolongación genética indiscutiblemente  ha perdido el norte. 

Seguramente lo que él  ve, nosotros somos incapaces de verlo porque, la ambición desmedida, la envidia, el odio, la arrogancia, el orgullo, el individualismo,  el ateismo, la incultura humanista, el desprecio al orden natural, el relativismo radical como muleta justificativa de errores, nos ciegan. Los sapiens sapiens  hemos desarrollado un espantoso y suicida Alter ego, y derivado de ello, la espantosa y consumista Aurea mediócrita.

            Pero ¿qué produce ese fondo de circunspecta preocupación en la mirada de nuestro tronco progenitor? ¿Acaso el odio que destilamos contra nuestros congéneres; la suicida carrera de armamento mientras tres cuartas partes de los habitantes de esta privilegiada obra del Creador,  la Tierra, mueren de hambre por falta de alimentos que, ilícitamente, acapara y especula el otro tercio egoísta e inhumano; los homicidios del día a día, temática capitalizada de los medios; la escandalosa corrupción de gestión, de los conceptos, y de materias lectivas como  nuestra historia general, que es nuestra partida de nacimiento y faro para  continuidad generacional; los millones de asesinatos inmisericordes y legalizados en aras del progreso, de niños inocentes e indefensos exterminados violentamente en el vientre de sus madres, altar del retoño más tierno de la vida...etc.etc.?

            Acaso le entristece que su vástago, el hombre sapiens sapiens del siglo XXI, se llame a si mismo civilizado y,  a él (el mono antecesor entroncado en la naturaleza) despectivamente, bestia; que se llame culto y cultiva la guerra por odios cainitas y razones geopolíticas, geoestratégicas, geoeconómicas  y otras zarandajas como pretexto para matar a mansalva a semejantes.

            Puede que su mirada sea triste al ver como se persigue  a Aquel que dijo, mientras multiplicaba los peces: “Dad de comer al hambriento; dad de beber al sediento (personas, pueblos y comunidades secas  del agua que sobra en otras); corregir al que yerra y enseñad al que no sabe, en la verdad; redimir al cautivo preso en la cárcel, en la pobreza, en la injusticia de cada día, escandalosamente  flagrante e hiriente; amar padre y madre; no ROBAR (de ninguna forma) porque el que roba es un ladrón; no MENTIR (y menos los gobernantes que han de dar ejemplo y que han convertido España en un gallinero de embustes), y quienes mienten son embusteros,  y... no hagas a tu prójimo lo que no quieras que te hagan a ti”.  

            ¡Una mirada de nuestro  padre antecesor, el mono..., que denuncia nuestra hermosa civilización y el “bello” cristianismo  de los que repudian la cruz del sacrificio y el amor! Nos reprochan que nos adaptamos indiferentes, escandalosamente,  a todo tipo de violencia, a todas las miserias y a todas las muertes.  Hoy más que nunca, dinero, sexo y violencia promocionada desde los medios, nos contaminan la atmósfera que día a día respiramos y nos impregnan la conducta.

                  ¡Su mirada...!  Así la exaltó la poesía:

                            ¿Qué será lo que tienen tus ojos
                              que cuando  los miro,
                              me desnudan el alma?.
                            ¿Qué será lo que dice tu mirada
                              que cuando la veo me deja sin palabra?.

                                                                       FRANCISCO BAQUERO LUQUE