Siempre afané para mi hogar sencillo
una mujer trabajadora y buena.
Dios me la ha dado de virtudes llena
y ante Dios, venturoso, me arrodillo.
Luce en mi casa el hacendoso brillo
que supo darle mi mujer morena.
Ni ella es esclava, ni su amor cadena.
Ni yo soy amo, ni mi hogar castillo.
Con el niño que alimenta ensimismada,
ella canta a mi lado y yo a su lado
repito la tonada...
¡Y en pleno azul, volando hacia la nada,
ella es feliz al verme enamorado
y yo feliz al verla enamorada.