sábado, 19 de marzo de 2016

RECUERDOS DE NIÑEZ EN PRETENDIDA LÍRICA (MI RÍO Y SU PUENTE)

                                                    
                        Cuando yo era niño en un cortijo no sabía
                        como  era el  mundo en su loca marcha;
                        ignoro aún por qué error me figuraba
                        todo idílico sin  gentes ni  cosas  malas.

                        Entonces yo jugaba venturoso
                        del río en  su soto umbroso
¿Te acuerdas tú,  nemoroso río
nido de  amores  de remotos ecos?

                        Los arcos de tu puente  tendían hacia el éter
cuando, a gatas, yo los  escalaba imprudente,
hasta que mi  padre bueno me puso en brete
y frenó en seco  mi  juego  juvenil y agreste.

En el cercano soto  eran mis amigos próximos
el gato montés, la jineta de hocico agudo,
el tejón de largas uñas y pelo blanco
y la taimada y larga comadreja cazaratón.

Veía llorando a la taimada  sierpe  engullirse
el nidal completo de implumes pajaretes,
y a  la pájara madre  pipiar de pena la muerte
de todos sus hijitos aún tiernos  pataletes.

Aquella tragedia me hizo preguntarle  a Dios
por qué en su insondable cómputo  creativo
cuando hizo culebras también creó  pajarillos,
y, cuando  chotillos  también zorros  arteros.

Interpelé a mi padre la razón de todo aquello,
y mirándome a los pies me dijo: esos cómodos
 botines de  zapatos que llevas puesto

están hecho de la piel de un inocente  becerro…