VANIDAD Y ENVIDIA
El vanidoso suele ser también, casi
siempre, envidioso y, por ende, fervoroso
de lo ajeno.
Si los de esta laya tienen algún poder sobre la comunidad
vecinal, no soporta que nadie del seno de esta le haga sombra por ventajas de
condiciones naturales humanas, e incluso tampoco aguanta que pueda hacerle sombra.
Si lo que atesora son dineros el que envidia y afana, en
vaciedad de caletre se cree que es el amo del pueblo o ciudad y de vidas y hacienda,
o sea, estas personas como dije antes no
son indiferentes de lo ajeno, son casos clínicos en lo que España, por desgracia
es prodiga.
Este enunciado no es mío ni de ahora; la Historia está
plagada de llamativos ejemplos de esta psicopatía desde Nerón y Claudio a ahora
pasando por Putin.