Fueron aquellos años primeros del cambio político en España, cuando el nombre de nuestra flamante constitución se le impuso en cada municipio a alguna rua importante ó, se levantó un monumento en su honor.
Regía entonces los destinos de Cártama el cura-alcalde, José Escalona Idañez y, ya conocemos a nuestro caro amigo: él quiso que el simbolismo constitucional en Cártama sobresaliera de lo común. Dicho y hecho: Traslada su original concepción de la cosa al perito municipal, nuestro buen amigo, Joaquín Ortega, quien, al hilo de lo concebido por el edil mayor, lo interpretó arquitectónicamente de la guisa que aparece arriba.
Por entonces hacía furor en las salas de cines de toda España una película que recogía el argumento de una novela de Camilo José Cela, bajo los auspicios del autor malagueño, Alfonso Canales, titulada, "EL CIPOTE DE ARCHIDONA". Según infirió la gente llana del lugar, el emhiesto monumento cartameño obedecía a un pique de Pepe Escalona que se dijo para sus fueros, y para sus foros: "pa cipote, el mío, o sea, el de Cártama". Cuando su magín cobró luz y cayó en la cuenta del cachondeo, más que justificado, que aquélla alegoría interpernal había suscitado, de inmediato ordenó que se echara abajo más que de priesa. Y ahí quedó la alcaldada de marras. Es historia y, la historia, según Cicerón, es maestra de la vida. Téngase en cuenta, siempre.
No sólo en tiempos del ínclito Escalona, y en estos que lamentamos, ocurrieron cosas dignas de una antología del cachondeo: También habremos de hablar en su día, por ser historia (de la que en este blogs no nos vamos a salir), de las ocurrencias de doña Leo y Juan Carlos, Reme Vargas etc: Aquéllas pasturas a nipones a base de chivos a gogó que terminaron podridos (dicen), en los frigoríficos porque los comensales hijos del celeste imperio resultaron más vegetarianos que carnívoros; ó los "recovecos" del Parque Agroalimentario, y, la historicida demolición con nocturnidad y alevosía de la ancestral Ermita de Casapalma.
Por si algún curioso (a) quiere tener una mera idea del argumento de la dicha obra, se trata de una pareja de novios jóvenes que van al cine en Archidona; se arrebujan en los mútuos costillares, y ella, en un arrebato tórrido echa mano a la bragueta del novio, y, a saber que haría, pues el álbeo chorreón imapactó en la melena rizada a la "permanent"y espaldas endonmingadas de la ocupante de la butaca de delante y, ¡allí fue troya!. Se colige, infiere y precisa que Pepe Escalona habría visto la excitante película por aquellas calendas.
Querido amigo Pepe, no te me cabrees, que amén de historia, es coña, que no viene mal en estos tiempos de crisis.