Felicito a mi caro amigo, Juan Andrés, ante el interés que muestra, y con él la AA.VV Atalaya, por la singular y enjundiosa historia de Cártama, como también de su micro ó intrahistoria, que igualmente es de una enorme riqueza antropológica.
El hecho de incidir en la figura de José Alarcón Luján, cartameño él y su hermano, Fermín, ambos de proyección nacional en lo político y en lo empresarial, es un gesto a agradecer por los cartameños que se precien de serlo, y a mucha honra.
Por cierto, la copla popular que aquí se nos ofrece referida a las muy guapas hijas de este personaje, una de ellas (que murió), estuvo ennoviada con Pepe González Marín y, con otra, lo intentó Picasso, quien se desplazaba a Cártama en bicicleta a cotejarla (siempre en balde porque el padre de ella tenía en poco al mozo; ironías de la vida), la escribió un nieto de José Alarcón, también de Cártama, el enorme poeta, olvidado en este pueblo padrasto, Enrique López Alarcón; también otros poetas emitieron distintas versiones después. Pero, como siempre, con estas composiciones se cumplió lo que sentencia Manuel, el mejor de los Machados:
Hasta que las canta el pueblo
las coplas, coplas no son,
y cuando el pueblo las canta
ya nadie sabe su autor.
En todo caso, esa copla referida a las hijas de Alarcón Luján, tenía (tiene) una segunda estrofa de otros cuatro versos de arte menor, que me atrevo, con perdón de mi amigo Juan Andrés, a aportarla a continuación, como un brindis a la cultura cartameña:
Dice así completa:
Señor alcalde mayor
no persiga a los ladrones,
que tiene usted unas hijas
que roban los corazones
No vengo por la pequeña
ni tampoco la mayor;
pues yo quiero a la de enmedio
que me roba el corazón.