El autor con apenas tres años, mi madre (sentada) y una tía
***
PARTE DE MI CONFERENCIA EN UN HOMENAJE A LOS MAYORES EN PUENTE GENIL HACE SEIS AÑOS
***
En mi adolescencia, como ahora en la memoria, mi alma sentía por mi padre una profunda gratitud por el sacrificio que le suponía tenerme en un colegio mientras él, con sus manos de labriego se afanaba, de sol a sol, en sacarle a la tierra el sustento de los suyos. Y, como todo hijo, no menos devoción profesaba a mi madre, que era dulce y buena. Por eso, aparte de las cajas de golosina, yo solía llevarle otros presentes, de los cuales, revolviendo recientemente papeles, me han aparecido algunos. Son poemas. Poemas de adolescencia, digo, que, careciendo de rigor formal, sí que se escribieron con el corazón a flor de piel, y en los que con el amor a mis viejos, aflora la pasión por el campo en el que nací y crecí, entre gañanías y labriegos de los que mi padre era uno más.
Por timidez y por los prosaicos avatares de la vida, nunca los di a conocer a nadie, salvo a los entrañables destinatarios de ellos.
Pues bien, esta noche yo quiero unirme al homenaje que Puente Geníl rinde a sus mayores, y, qué más sentida forma de hacerlo que dedicándoles aquellos versos a que antes aludo, no sin pedir perdón a ustedes por mi osadía: Dicen así:
AL PADRE
Padre, con tus manos sembradoras
Obtienes la divina realidad del trigo
Para amasar el pan de cada aurora
*
Tu alma templa el ritmo de la siembra
En la tierra, tal sagrada hembra
Que te ahijara espléndidas cosechas
*
Tu mano castra el panal de las abejas
Y conduce el agua de la fresca acequia
Que riega el vientre de la fértil huerta.
*
Para el campo tienes corazón de nido,
Y en el campo pones la esperanza
De un honrado porvenir para tus hijos.
*
En el viejo monorrimo pueblerino,
Mis primeros versos ensalzas al vecino:
Se los lees…, me miras… y, sonríes.
*
Y tu sonrisa limpia es mi seguro,
Y es mi empeño convertir tus besos
En rosales de amor de mi futuro.
*
Tu esperanza es el buen Dios que regresa
Cada año en los hilos dorados de la lluvia
Para hacer de cada surco una promesa.
*
Tu destino es seguir la yunta en la besana,
Despertar con la alondra a la alborada,
Y atrojar el grano separado de la paja.
*
Ahora, ya viejo y circunspecto,
Ahondo en el fondo de tu alma,
Y, de gozo, se me inundan los adentros,
Porque de ti supe con certeza
Que cada palabra es una trinchera,
El concepto honesto un latigazo
Y la verdad, la mejor bandera.
A LA MADRE CUANDO AÚN VIVÍA
(Desde Puente Genil a Cártama en el tren)
Madre, te traigo un poema
Como diadema de pedrería
Para tu linda frente serena
*
Para tu linda frente surcada
Por las arrugas de tus pesares,
Para tu frente, bella como trigales.
*
Al nacer sentí que tu nombre, madre,
Como el sol de cada día, alumbraría
Mis torpes pasos entre zarzales
*
Tus ojos, alas doradas de mariposas,
Refugio firme en vendavales,
Brincan graciosos como zorzales.
*
Yo siento, madre, que tu nombre
Es como el ritmo de todo cantar
Y el invocarlo, es mi rezar.
OFRENDA A LA MADRE DESDE MI VEJEZ
En tu ausencia aprendí que eres el ángel
Que velas mi peregrina ruta hacia ti,
Y gozas junto a María un cielo de alelí.
Tu frente blonda y noble, fue mi espejo,
Y tú seno mi punto departida.
Tristes quedaron mis amores con tu ida;
Me arrodillé en tu orilla cuando
Tus ojos, estando abiertos no me veían,
Pues estabas allí, pero partías.
Esperaba ávido tu última palabra,
Y sólo pude darte el postrer beso
Cuando pura tu alma ya se elevaba.
Todos mis cariños se dispersaron,
Todos mis rosales se deshojaron
Y todas las fragancias se me alejaron.
*
Ahora, como respuesta de mi sino,
Me queda la amada piadosa y santa,
Y el hijo, aroma de trigo recién molido.
Ella, hilo de agua en el desierto,
Él, collera de cascabeles para mi alma.
Ambos, luceros migueros de mi camino.