martes, 1 de mayo de 2012

LA GRAN PASTORA IMPERIO: ELLA TAMBIÉN ESTUVO EN CÁRTAMA Y VISITÓ LA ERMITA

Con cuánta emoción recuerdo aquel día  de  navidades de la década de los cuarenta  (¿12, 15 años...?).Me dirigía  por la Calle del Agua arriba a embocar en el camino de la Ermita, en donde se iba a celebrar, como era la tradición,  la misa navideña, con villancicos que iba un grupo cantando por el pino acceso --"Esta noche nace el Niño/ es mentira, que no nace/ que esas son las ceremonias/ que todos los años hacen..."-- y un bum bum de zambombas, y almireces rasgadas, y una salmodia de risas de muchachas núbil y...   panderos, que todo es santa vida; toda una tentación subía caminito arriba hacia la Casa de la Madre peregrina. 


En esas, me topo con "Antoñico", en traje de fiesta, hecho un  palmito, " ¡hala, vente conmigo...!", me dijo. "Voy a misa de la Ermita...", le contesté. ". Me dejó ir  y, casi al terminar la calle oigo que me grita: ¿Y, te  vas a perder la ocasión de  venir desde Málaga a casa del tío Pepe, na meno que con Pastora Imperio en el "Hispano Suiza"...?, me confesó el puñetero.  ¿Cómo me voy a perder eso?, ¡allá voy contigo!...".


Pastora, la inconmensurable Pastora Imperio, se hospedaba en Hotel Miramar y, allá fuimos Antoñico y yo a recogerla; nos anunció el conserje y nos hizo subir a su habitación en donde nos recibió con ropas de recién tirada de la cama por lo que sentados en donde pillamos hubimos de esperar que se preparase. Yo no la conocía, obviamente; sí, y bien, Antoñico,  a lo que colegí de su recibimiento y de la confianza mútua durante el trayecto Málaga Cártama; Pastora no quiso ocupar el preferente asiento trasero,  que  me dejó a mí, y se sentó al lado de Antoñico, con un temario de conversación  que dejo para otra ocasión.

Sí quiero no dejar para otro momento la enorme impresión que me produjeron los ojos negros como tizones de aquella genial hembra. Sus ojos apabullaban, su mirada  enigmática te situaba en lo insólito ente miraba y te sentía  invadido de lo esotérico.

Todo  el mundo sabe que Pastora era esposa del célebre torero, Rafael El Gallo, dos caracteres per se incompatibles, por lo que el matrimonio devino en ruptura. Un día  Rafael toreba en Madrid haciendo terna con su hermano, José (Joselito), al que mató un toro en la Plaza de Talavera de la Reina, y  Juan Belmonte. Cuando salió el primer toro,que le tocaba a  Rafael, éste lo recibió con unos lances de capote que, por su gracia  afiligranada,  su justeza y depurada técnica, puso al público de pie. Algo parecido hizo en el tercio de quites. Pero, a pocos de iniciar el trasteo con la muleta,cuando todo el mundo esperaba  una de sus no frecuentes faenas "de ángeles", Rafael da su célebre "espantá" despavorido hacia el callejón, lívido de miedo.

Cuando su propio hermano lo recriminaba,  dada la evidente boyantía del astado que permitía  lucirse con él, Rafael, metido en el burladero de barreras, le contestó:

"Tú, José, no entiende lo que me ha pasao; el toro me ha mirao con los mismos ojos que Pastora, y eso es mu serio..."  


Fíjense bien mis lectores en los ojos de la genial bailaora y cantaora, que aparecen en la foto tras el abanico y en la de la izquierda abajo. 


Imposible contar como vivimos en Cártama las dos jornadas siguiente que el torbellino, Pastora Imperio, permaneció huésped de su íntimo amigo, Pepe González Marín