Recoge este recorte del ABC de Madrid una actuación del rapsoda cartameño José González Marín en el Teatro Español de dicha ciudad en febrero de 1.945.
Llama la atención que sea González Marín, quien presenta al público de la capital de España al insigne poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, conferenciante, etc, José María Pemán (su íntimo amigo) y no, de entrada, éste a aquel.
La explicación de este por doquier reiterado hecho, reside en que González Marín recreaba el verso dándole una dimensión real, corporizada, siempre acorde con lo que realmente quiso decir el poeta al escribirlo que, difícilmente, captaba, y capta, el gran público con la mera lectura.
Esta fue la grandeza de este genio de la poesía (con fundamento era llamado por sus "hermanos" los poetas, "poeta de poetas" ), cuya mayor contribución a la cultura de su época fue sacar la poesía de las cobachuelas de los intelectuales, y llevársela al pueblo llano de forma asequible a su nivel cultural en las andas de un arte noble, único e inimitable.
Por eso, gozaba de gran autoridad y ascendencia preeminente sobre los propios poetas y gente de letras consagrados. Él daba a conocer en todo el mundo de habla hispana a los jóvenes y desconocidos poetas y consagraba definitivamente a los que lo eran sólo en círculos culturales limitados.
Este humilde escribidor, viene luchando desde hace décadas por dar a conocer esta gran figura de las letras y el arte escénico como valor cultural de toda la comarca, en la que creo no existe ninguna otra figura, presente o pretérita de tal dimensión universal, a la que por haber llevado la cultura española por tres continentes, el gobierno socialista de la II República Española le concediera La Gran Cruz de Isabel la Católica y el Collar de Alfonso X El Sabio, etc, a instancia de los poetas y de políticos como el Ministro republicano, Fernando de los Ríos y, en aras de ello llevo escrito infinidad de artículos relativos y dos libros prologados por ilustres personajes de las letras.
PERO, creyendo que hace menos daño, o ninguno --quienes tratan de ofender, para ello han de ser ejemplares, y no es el caso; ya decía J. J Rouseau que las calumnias e injurias son los argumentos de los que no tienen razón--, a la memoria del genial cartameño y comarcano guadalhorceño, los ataques en forma de fabulaciones lesivas que a su figura vienen dispensando algunos políticos y adlateres de su propio pueblo de un bando; pese a ello, más daño aún le harían ante las gentes sencillas de su pueblo el hecho de que otro bando, se arrogara, de forma altanera y excluyente, la pertenencia al suyo del ilustre paisano; en su fanatismo ciego no caen en la cuenta, unos y otros, que la cultura, el arte y la educación no tienen color político. Así lo demostró el mismo González Marín, que igual daba recitales para las juventudes socialistas patrocinados por Dolores Ibarruri (La Pasionaria) y Victoria Kent, y fue amigo de Lorca, Alberti, Machado (ambos hermos), que fue amigo, como vemos en recorte arriba inserto, que lo fue de José María Pemán. Terminada la guerra civil siguió recitando a Lorca y Alberti.
Ante esta apuntada estrategia por parte del "otro" bando político de Cártama, este autor seguirá, por supuesto, defendiendo la memoria y categoría universal artística y humana del insigne cartameño, pero ya sin entrar ni contemporizar con estrategias políticas locales, cuya cabeza de lista viene demostrando que actúa como el ave cuco: pone la echadura en nido ajeno para que otros se la angore en su beneficio.