Hay un detalle en esta fotografía que hiere profundamente mi sensibilidad y sentimientos; es la carita del niño aferrado a la trasera del tranvía en aquellos años de miserias tras una de las más cainitas guerras civiles, que debiera ser estudiada en sus causas y consecuencias sin los sectarismos y fanatismo políticos casi patológicos que se hace actualmente, a toro pasado cuando vivimos muy pocos de los que la sufrimo sin culpa alguna.
Ya está bien de que sean los políticos los que escriban y expliquen la historia de aquellos nefastos tiempos. Estos mismo que hoy distorsionan en su abono electoral dicha historia, son los que cada día nos aproximan más a aquella situación.
Pienso volver sobre este tema en otro momento.