sábado, 17 de mayo de 2014

SAN ISIDRO TAMBIÉN ES CARTAMEÑO


            


          No está de más tocar,  alguna vez que otra, temas más amables que los que nos ofrecen con sus hechos quienes nos gobiernan y adlátere “oficiales”, u oficiosos mercenarios de mano vuelta. O sea, cosas menos lamentables que la corrupción  que anega a España desde el vértice a la base de la pirámide patria (perdón por  lo de patria,  hoy no es de “progre” tenerla), en la que algún arquero ha abatido  la gaviota  del partido de marras, mientras la rosa de otro, ya no tiene aromas de ilusiones y mantiene a esta Andalucía nuestra metida en un “puño”. Hoy que,  precisamente,  deberíamos hablar en toda la comarca guadalhorceña del último comunicado, cínico y brutal, de la Consejería de Sanidad sobre el Hospital Comarcal, en aras del derecho que tiene Cártama Estación a tener su feria  (lo que se da no se quita), voy a escribir, un año más, de San Isidro Labrador  que, con serlo de Churriana,  los madriles y otro lugares de la amplia piel de toro ibera, también lo es, ganado a pulso,  de Cártama Estación del alma.

.           La idea me ha venido a las mientes cuando, para matar el gusanillo de la saudade  por no poder asistir tampoco este año a tan entrañables fiestas, ojeaba el programa de las mismas a ver que tal y, lo  primero que me entra  por  los ojos es la efigie, en portada, de una hermosa  mujer cartameña, como lo son todas; una de esas miríficas guindas  que Dios le puso al finalizar la tarta de su Creación universal. Cualquiera mujer hubiese sido, pues,  ideal para ello, porque todas las mujeres son guapas; la mujer esposa, hermana, amiga, amante…, porque todas las mujeres son madres, incluso las que no han parido, porque  el  corazón  de cada hembra es una cuna que late al ritmo de nanas arrullando a un niño. Por eso ¿qué mujer no es metafísicamente  guapa…?

            Pero, independientemente de lo dicho,  quien haya elegido el modelo de mujer para portada, ha optado por una obra maestra de la naturaleza, mi amiga, Nena. De ahí que, sin dudarlo el tiempo del primer suspiro, me dijera: La crónica de hoy sin más remedio ha de ser para San Isidro, sin entrar en actos feriales que ya  recoge el formidable programa oficial, y sin dejar de patentizar, una vez
más (belleza obliga), mi admiración por Remedios Gómez Benitez  (Nena) nuestra  Princesa número uno  del Certamen Internacional del Café, celebrado este año en Manizales (Colombia),  que, como la RAE a las palabras, da al programa y a Cártama, patina, empaque y esplendor. ¡La que estoy liando por no aterrizar de una vez llamándole a mi amiga Nena, simplemente, ¡guapa!.

            Tampoco es cuestión de entrar  a biografiar al gran Santo que fue el campesino matritense, San Isidro, también Patrón nuestro, hoy devocionalmente evocado. Ya lo hizo en los inicios, allá por la década de los ochenta, mi amigo “morisco” de  los Pechos de enfrente, Pedro Dueñas, en un discurso escrito, que nos dejó a todos los escribidores de la Hoya cartamitana sin poder decir esta boca es mía  sobre la materia. Menudo es Pedro cuando templa caletre y arranca a platicar.

            Ahora bien,  por pureta tengo en el baúl de mi aún fresca memoria unos vivos recuerdos de aquellos años iniciativos de las célebres verbenas de “La Estación”,  unas veces en La fabriquilla, otras ante la puerta de los bares El Trimotor y Navarrete y después, en el Mesón  El Segoviano (oh Dios que tiempos…). Solíamos bajar desde el  pueblo en una caballería con el mejor atalaje que pillábamos a mano,  porque casi siempre al retorno a altas horas de la noche rara era la vez que alguna bella Venus cartamitana no nos musitara mimosamente: “¿Me llevas…?”  “Claro, súbete en ese balate y yo te alzo delante de mi, porque esta yegua se espanta y a la grupa  yo no te puedo proteger y no quiero correr riesgos…”  Lo cierto es que el Decamerón  ya lo escribió Bocaccio hace siglos y,  los efluvios del  pipermín, la sensual fragancia de la biznaga de jazmines prendida en su pelo al nivel de tu faz  y la salmodia de la noche estrellada, ponían el resto.

            Aprovecho esta croniquilla salida de la emoción a flor de piel, para agradecer a mis amigos de “AMIGOS DEL  PUENTE DEL RÍO” el denuedo demostrado en potenciar a uno de los singulares  testigos silentes de nuestra reciente, y no tan reciente, devenir histórico, recordándole que también el viejo y abandonado puente sobre el río Fahala es nuestro y ha contribuido no  poco en la promoción de Cártama y su relación con otros pueblos hermanos del in terror. Pero de eso hablaremos otro día.


                                                                   FRANCISCO BAQUERO  LUQUE