El insigne y universal artista, José González Marín --cartameño de nacencia y crianza (entre la gente de su pueblo, Cártama, y en ésta quiso también estar enterrado)--, fue el creador de un arte nobilísimo con el que sublimó la poesía española, dando a conocer a nuestros poetas, y los de allende el océano de habla hispana, por tres continentes ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, llegando con su verbo y su mimo artístico sin par al alma de todas las clases sociales, en especial (como reza el recorte que se acompaña de la época de la II República), a las más humildes y menos favorecidas de instrucción escolar y lectiva.
Por ello, un gobierno republicano, con un ministro socialista de cultura, le concedió la más alta distinción, la Gran Cruz de Isabel la Católica, que lo elevó a la categoría de Excelentísimo señor, título del que, por su humildad, jamás de vanaglorió.
Cártama lo hizo Hijo Predilecto y le puso su nombre a un Teatro que se hizo en su honor (¿que otro nombre se le podía poner al único teatro de su pueblo teniendo en cuenta que Cártama es su cuna y él era un genio de fama mundial y adalid de un arte escénico nuevo, noble y único con el que dio fama y patina a su pueblo?); nombre que los nuevos sabelotodo de la política le han quitado para ponerle un apelativo a dicha sala que encima conlleva una garrafal falta de ortografía. Y hasta la propiedad del nicho en que está enterrado han querido afectar.
Y viene la pregunta de cajón en estos tiempos de falaces y sectarias "memorias" históricas, y en virtud ello de ciertos rumores: ¿Qué otro recuerdo suyo le van quitar Cártama, a la comarca y a la España teatral ahora...?
NOTA. No he querido adjuntar foto para centrar la atención de los lectores solo en el artículo (elijo uno entre miles del mismo tenor) que inserto a continuación, de grata lectura para cualquier amante de la cultura.
Es un artículo editorial de un periódico de 1.935 que honra a todos los cartameños bien nacidos de cualquier las tendencia política; algunos de los pseudoizquierdosos, advenedizos muchos, han cometido el caciquil entuerto de denigrar la memoria de nuestro personaje y otros paisanos de antaño y hogaño con calumnias dictadas por designios opacos. Quiera Dios que la historia no juzgue a Cártama a tenor de semejante tropelía.
Sí, ¿qué nueva sinrazón se nos prepara contra la noble y enjundiosa historia de Cártama en la memoria de sus hijos preclaros? Hay gente con tales ínfulas de gulliveres que creen que hasta los muertos le hacen sombra y, como no pueden "remorirlos", empañan su memoria.