lunes, 29 de octubre de 2018

¡¡¡¡¡GUIIIIIIIGNI, GUARROS…!!!!!


Cuando estudiando  Bachiller en Cabra venía a vacar a casa, mi padre, dueño de una mediana laborcilla agrícola de esas  de pan comer,  no me permitía “echar barzones y holgar como un gamberro por esos ríos” (decía él) y, me ponía a guardar guarros, segar carretadas de alfalfa para pasturar el ganado vacuno y mular,  asurcar, atajar, regar metido en agua de almatriches hasta las pantorrillas sin calzado,  capar melones, sandías,  pepinos,  “jundir” tomates,  dar punta de batatas  y, otras faenas  labriegas.

Los guarros, ¡como me los sugieren hoy los políticos! (no es delito la comparación según la propuesta de ley que ellos acaban de meter en el Congreso), porque los gorrinos en pastureo lo hozan y se comen todo y, en cuanto el porquero se descuida, se escapan a un cantero de batatas, maizal o melones y no paran de comer de lo ajeno hasta que se ahítan y, ya le puedes terciar el látigo, la puntera de la honda o cruzarle la verdasca en lo alto del lomo o en el hocico gritándoles ¡¡¡¡guiiiiiiiní!!!! que, terminaban comiéndose lo mal afanado pese a que  sabían que detrás iba el leñazo; pero , el primal o primala, es sabido,  no soltaba la mazorca de maíz, la batata o remolacha que tenía trincada con el hocico.

Ahora tenemos elecciones en la región andaluza y, hay sentados en el banquillo de la Justicia dos expresidentes de la Junta, consejeros, etc, por presuntamente haber hozado miles de millones de euros de los andaluces (que volverán a votarlos) y, no hay ni chispa de indicios de que suelten el dinero de los trabajadores que tienen garrapiñados entre  sus hocicos. ¡¡¡Qué van a devolver lo hozaado…!!! ¡¡¡¡¡Quiá!!!

La propuesta de ley que la izquierda acaba de llevar al Congreso viene a pedir (en coherencia con sus condiciones humanas), que no sea delito “ el ultraje a España ni a sus símbolos; ni el enaltecimiento del terrorismo (agraviando a sus víctimas); ni las injurias a la Corona ni al gobierno (si es de derechas)”; ni a los tribunales, ni a la Fuerzas de Seguridad (¡un viva a ellas desde esta humilde ventana!); ni, por supuesto, a los sentimientos religiosos.

Siempre agradecí a mi buen padre, honrado y valiente a carta cabal, que me enseñara a valorar a los políticos poniéndome a guardar guarros en aquel entonces, aún con diez años. ¡Si sabré yo bien lo  que es un político!

No alcanzo, empero,  a comprender, a los para mí entrañables políticos  de mi pueblo, quienes aún no han sido capaces de explicar al pueblo por qué le quitaron el nombre, que por derecho propio siempre tuvo, de José González Marín, al Teatro de Cártama, sustituyéndolo por un topónimo de una sóla palabra que de por si es una cursilada y una  falta de ortografía. ¿Que por qué no se lo restituyen…? Se cree que porque a gobierno y oposición les falta humildad, trapío y cuajo para ello. Y también un tanto de despecho porque querían titularlo con el nombre de la Reina Sofía y hacerse la consabida foto pegaditos a su regio costillar; pero, la Gran Reina doña Sofía dijo que nones y, los mandó a freír espárragos. Pero ya digo, eso se arregla con humildad y cuajo con lo que evitarían el ridículo en el que el “caso” tiene sumidos por doquier  a todos los cartameños. No es para menos.