viernes, 7 de junio de 2019

PAZ


Resultado de imagen de Golondrinas en sus nidos
                                               
         La suave corriente del agua de la moruna acequia del Barullo, mesa con arrobos de núbil hembra la tupida y larga melena de hierba punta que brota de los quijeros   del cauce de regadíos entre el fulgente verdor de las flexibles gramas y, las ranitas, croan salmodiando el cielo en las noches de luna llena. Sólo en las noches oscuras deja de oírse el crua, crua de las ranas y,  los perros, a lo largo de la cinta del río rompen el silencio con misteriosos  debates de  ladridos ¿A  qué o a quien ladrarán tan mantenidamente los perros de las casas labriegas  a lo largo del río…?

            Y, cuando los perros callan, se oye el silencio  del cielo con reverbero de estrellas y, en las eras, sobre la parva, duermen los braceros su cansancio de bregas  con la áspera tierra.

            Los grillos con sus  ri, ri, ri cansinos son los flautistas  del concierto  en verano, mientras, a lo lejos, por el camino, el carretero canta una temporera al son de los platillos de su carreta

Ya viene la carreta;
lo dice el carretero
con sus temporeras
a lo largo del camino
en la noche estrellada.
Trae colmo de gavillas
para la trilla en la era
con colleras de potrancas
que dan vueltas al rulo
sobre el que morero canta:
"La mujer del alcalde
del alhaurinejo pesa
diez arrobas sin el arreglo. 
Ven acá, "Moñitos", ¡toooma!"
.

            Inmensa paz. Es el estío que ha vuelto en su eterna rotación equinoccial;  es la estación de  algarabía de las  golondrinas y vencejos. Bíblica golondrinas que velan engorando los  huevecillos   en sus nidos soldados con barro a las vigas del tinado. Son aves sagradas, porque le quitaron con sus picos  las espinas  en la Cruz a Jesús de Nazaret y, a quienes osen molestarlas,  o  hagan daño, les salen, dice la tradición oral, un   doloroso golondrino en el sobaco. No, no, las palomas no son las aves de la paz: son  las tenues y místicas  golondrinas,  que una a una con sus picos amorosos quitaron en la Cruz las espinas al Señor.

 De niño me lo decía mi padre bueno: “Hijo mío, mientras   las  golondrinas  cuelguen sus nidos  en las vigas de nuestra casa, es porque somos buenos, ellas  nos traerán dulces sueños  y reinará paz en el hogar. Tú, respétalas siembre mucho, hijo mío…”; y canta  la poetisa Storni:

 ¡Las dulces golondrinas que en invierno se van 
y que dejan el nido abandonado y solo 
para cruzar el mar! 

Cada vez que las veo siento un frío sutil... 
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas 
amantes de abril! 

¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar 
como los emigrantes, a las tierras extrañas, 
la migaja de pan! 

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! 
¡Venid primaverales, con las alas  de luto 
llegaos  siempre a  estar  cerca de mí! …