viernes, 18 de octubre de 2019

CARTAMA EN ENTREDICHO



                
Ayer tuve la alegría de ser visitado, como casi a diario por otros,  por dos viejos y queridos amigos desplazados desde Málaga para  acompañarme un rato. Uno, periodista, el otro abogado, ambos jubilados pero con arrestos para echarle a la vida lo que la vida de hoy demanda.

                Ambos conocen Cártama y admiran su  historia, sus tradiciones y, de una manera especial, a la figura insigne de José González Marín. Sobre este paisano nuestro que llegaron a conocer y del que supieron siempre, en especial por mis libros y glosas periodísticas,  me dijeron al citarlo que lo hacían con enorme  zozobra intelectual habida cuenta del trato que desde hace  63 años  que murió sigue en candelero en hemerotecas, redes y prensa, menos en Cártama, “de la que era Hijo  predilecto oficialmente, Excmo. Señor por  estar en posesión  de  la Gran Cruz de Isabel la Católica, condecoración que le otorgó la II República por su labor cultural por todo el mundo de habla española, y protagonista de un hecho singular: Escenificación de la poesía que puso al alcance del pueblo, amén de que fue primer actor de las compañías de Teatro más famosas de España y algunas (María Guerrero, Enrique Borrás, etc, del mundo)…”

                    Y cuando más dolor sentí fue cuando me informaron de  que  las difamaciones de Cártama contra su Hijo Predilecto y, el  extremoso detalle de que el Ayuntamiento actual ha quitado su nombre al Teatro de Cártama que lo llevó siempre, tiene descalificada a esta villa de romances por donde quiera que se saca a relucir su nombre fuera de la política. “A mi no me hables de Cártama que ha demostrado ser un pueblo sumamente inculto, desagradecido con el hijo que más hizo por su pueblo  y le dio fama mundial…, es lo que, Paco,  contesta la gente cuando se saca a relucir este pueblo”. 

                    Lo peor es que decían la verdad y, pese a ello, hube de defender a mi pueblo alegando que eso era cosa de cuatro descerebrados, con clínico afán de notoriedad exclusiva (“…yo, yo, yo cantaba la rana, la rana humana… qué monótona y repugnante  es la rana humana…”) decía Benavente en su  conocido soneto. E insistieron mis ilustres visitantes: “Paco, moral y culturalmente tu pueblo no resiste el análisis”. ¡Qué vergüenza pasé!.-