La historia es una vocera de la verdad a la que es imposible silenciar con inventivas partidistas y odios excluyentes cual se pretende hoy. La parte más gloriosa de la historia de Cártama y su más noble fama se debe a su egregio hijo, José González Marín. No se mueve un legajo historiológico de toda la primera mitad del siglo XX relacionado con la poesía y el teatro, en el que no aparezcan infinidad de referencias a su figura y, ligado a ella, de Cártama al que tanto amó y dio prestigio. Y ello, lo mismo en el norte que en el este y oeste, que en una ciudad, Almería, entonces marginal del sur de España, que en iberoamérica, así sucedía, aunque le pese al bufón y haga farfullar de envidia insana al mono consabido.
No es de gran altura literaria el poema que antecede, pero constituye un testimonio de ecepción en el que Cártama y la Virgen son, como siempre con G. Marín, protagonistas ennoblecidas por éste. "¡Qué buen señor...!"