martes, 4 de noviembre de 2014

PADRE RÍO Y TIERRA MADRE




         Iluminada y cálida tierra madre, amor de nacencia.  Hiende tus entrañas el  arado que da el tempero propicio para las  sementeras, promesas de vida. Tierra nutriente;  millones de veces  esponjada con sudores de hombres;  ancestralmente halagados  tus incógnitos tímpanos con cantos temporeros al son de esquilones, que ponen ritmo al santo trabajo de cada día.  Trazados sobre  tu faz están   caminos de herraduras y rodaderas; eres  subsidiada del sol y de la mansa y “calaera” lluvia que en tu vientre macera las semillas, futuras   cosechas de cada estación que riegan en el estío las lentas aguas de padre Guadalhorce, el río de los iberos y fenicios que fueron parterre de civilizaciones posteriores jamás comprendidas. Río Guadalhorce, el de los múltiples nombres que los moros llamaron “el río del  pan de trigo”. Como el Nilo tú, padre río, tienes un DON de vida y civilización desde la noche de los tiempos. Bendito seas, padre río, nemoroso encanto de mi niñez, pues a tu vera nací y tus sotos conformaron mi amor virgiliano por la ribera de tu cinta. Bendito seas…  

         Tierra madre que me viste nacer, te llevo licuada por los canales de mis venas y alimentas mis recuerdos y mis nostalgias de un ayer que, por ti  fue, y es, un don de plenitud.  

         Compadezco a los que te olvidan, a los que  huyen de tus recuerdos, porque al perderte, pierden mucho de su ser, de su raíz y  alma. Tierra labrantía de todos los hemiferios, por algo fuiste numen de excelsos poetas. Ya el divino Virgilio, al disponerse a escribir la épica Eneida, recordaba sus Églogas y Geórgicas con esta entradilla:

            Yo aquel que en otro tiempo modulé cantares al son de la leve avena...obligué a los vecinos campos a que obedeciesen al labrador...”

             Y el  “Beatus Ille” del eterno Quinto Horacio Flaco:

   “Dichoso aquel que alejado de los “nego  como la antigua raza de los mortales  cultiva sus campos con los bueyes, alejado de la usura...
Ora con la crecida vidune los altos álamos ora contempla desde lejos su rebaño de y podando con la hachuela las inútiles ramasinjerta otras mejores...