Bajaba yo hacia la vega en donde mi
padre tenía la era y a cuatro pasos de
ella el sombrajo de labor y pesebrera de
verano. Una vez que crucé la carretera Málaga-Coín y a la altura de las tierras
en donde hoy se ubica el campo de futbol que iniciara el entonces alcalde, Francisco Romero Martín e hiciera
posible, José González Marín, me llegaron dejes de los cantes de “Frasquito de la Codorniz”, que
fueron poniendo picas de emoción con aquella voz melódica inigualable en mi alma.
Mientras deshierbaba el pegujal de
cebada de su haza de secano junto al camino,
Frasquito cantaba con voz estremecida que hacía del trozo del camino hasta la
realenga un pedazo de cielo ya cerca del 23 de abril, día de nuestra Patrona:
Virgen mía del Remedio
Tú ere guía de mi vida,
Y hace olvíar las penas
A este devoto labriego.
Si no fuera por el galápago
que se clava en la
cintura
sería labrar y binar la tierra
el mejor de los
trabajos
Manque toquen a rebato
Las campanas del olvío,
No se me olviará el milagro
Que la Virgen hizo
conmigo.
Mi primo sa peleao
Con la novia que tenía,
Y más corrío que una
mona
De esta forma le ha
cantao:
Eres más fea que Picio,
más mala que Barrabás;
Más negra que Satanás…
Tú tienes malos
juicios;
Las narices tan
abiertas
Como un becerro acosao;
Tú tienes las patas bizcas,
Tú andas de medio lao.
La Virgen de los
Remedios
Fue golondrina en la
guerra;
Cuando escuchó los
tiros
En un barco se fue a
América,
Y cuando acabó la
guerra
Volando volvió a
Cártama.
Otro día recordaremos a Pitana, Zocato, Carbonero, Ramoliche, etc, también cantaores del terruño.