miércoles, 30 de agosto de 2023

 

EN EL ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MANOLETE.

A mi fraternal amigo, Emilio García Castillejos, presidente de la Peña Taurina. Dedicación extensible a los socios de la misma.

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               El 29 de Agosto de 1,947, muere de una cornada al entrar a matar al toro Islero de la Ganadería de Miura en la plaza de Linares, Manuel Rodríguez, “Manolete”; se ha cumplido, pues, este año,el 73 aniversario  de la muerte del mejor de los "Califas" de la fiesta brava. 

Como la historia de dicha tragedia es sobradamente recordada cada año por plumas más autorizadas que la mía, yo en este comentario de hoy, lo voy a plasmar mediante memorización de hechos singulares, que tuve la ocasión, y las suerte,  de vivir con la familia de Manolete.

Pude acompañar, como "ayudante escénico" en los periodos de vacaciones mías, a José González Marín. 

Gonzalez Marin fue  (y yo con él), a Córdoba y provincia ---Cabra, Priego, Puente Genil, Montilla, Castro del Río, etc--- para terminar con varias actuaciones en Córdoba  sobre un mes después del drama taurino de Linares,  a dar, como hr dicho,  una serie de recitales en el Teatro del célebre empresario amigo íntimo del rapsoda, Antonio Cabrera. En Córdoba  nos hospedábamos en el Hotel Simón en la Gran Vía o, en Las Tendillas (mi memoria me hace ya algunas malas pasadas); un día de Septiembre de 1947, estando almorzando en dicho Hotel, Pepe González Marín, la actriz Aurora Redondo, que tembien se hospedaba en el Simon, y yo,   el artista Cartameño dijo: "Esta tarde vamos a ir Paquillo y yo a visitar a la madre de Manolete, doña Angustia Sánchez, a la que le di el pésame en su día pero no pude hacerlo personalmente y quiero verla ahora por la amistad que me unía al torero Manolete y a su  su madre, doña Angustia.

Doña Aurora Redondo, actriz y,  esposa del también famoso actor, Valeriano León, que actuaba por otros escenarios,  dijo: " y yo voy con vosotros a saludar a Doña Angustia..." 

Doña Angustia al ver a González Marín entrar por sus puertas, se emociono y lloró intensamente y, al presentarme a mí y besarme,  aquella ilustre señora se quedó mirándome fijamente y exclamó,  “¡Cómo se parece este mozo, a mi hijo, ven que te abrace fuerte...!”; la escena, como la que sigue a continuación, fue de una emotividad que sólo la puede describir quien la vivió sintió en sus adentros una catara de emoción.

No llevábamos media hora sentados hablando, cuando de una habitación sale un chaval vestido de luces para dirigirse a la Plaza de Córdoba en la que actuaba; se llamaba el joven diestro, Rafael Soria Molina, de nombre artístico “El Lagartijo”; al despedirse él acompañado de su mozo de espadas, el mismo que el de su tío Manolete, Doña Angustia con un rictus de fortaleza de casta  le dijo a su nieto, Lagartijo:  "Hijo mío, no nos dejes en ridículo, arrímate y córtale las orejas a tu lote....". Todos los presentes al escuchar a una señora dolorida por la muerte de su hijo, decirle a su nieto tales  palabras nos dejó perplejos de admiración y por algunos rostros rodaron lagrimas.

Cuando en el taxi volvíamos al Hotel, Aurora comentó; Soy madre, y si yo no veo este gesto de grandeza de alma madre y esposa de toreros, nunca hubiese creído que una abuela, con su hijo recientemente muerto de una cornada, pudiera animar a su nieto a afrontar el peligro ante un toro y un público.

Tuve ocasión  de hablar algunas veces después con Lagartijo, ya mayor: En una ocasión, acompañando por deferencia como solía hacer con los jóvenes,  acompañando a Calerito y Chávez Flores. A su muerte, a los 83 años,  fui expresamente a su entierro en Córdoba.

En otras ocasiones, mi contacto con Manolete fue ocasional y, siempre, fue amable conmigo. Recuerdo que un día de Mayo, toreaba Manolete en la Feria de Córdoba con Parrita y Antonio Caro y, de Cártama fuimos varios amigos acompañados de González Marín, y mi padre a verlo torear.

Mi padre sufría ataques de epilepsia; Aquella tarde hacía en Córdoba un calor inmenso y, cuando Manolete se disponía a lidiar a su segundo toro, a mi padre, quizás debido al inmenso calor, le dio el ataque; ayudado por Gonzales Marín y nuestro paisano Juan Salazar lo llevamos a la enfermería en dónde el médico le facilitó los comprimidos de Luminal indicados cuando sufría los ataques,  que lo dejaron sedado En eso, entró a la enfermería Manolete  en una mano herido con el estoque durante la faena en la que corto orejas y rabo que le hizo a su segundo toro. Cuando vio a González Marín se extrañó de encontrárselo en la enfermería de la plaza y exclamó dirigiéndose a él "¡Pepe, qué haces tú aquí...!" Y cuando supo la razón,  le dijo al médico, “Doctor,  antes que a mi, atienda a este señor y el Dr. le contestó “Ya está curado, estamos esperando que vuelva en sí entra conmigo a quirófanos y arreglaremos tu mano....”.

Después tuve varias ocasiones de hablar con Manolete; una en casa de Don Álvaro Domeqk, con Pepe González Marín que habíamos ido a Cádiz a inaugurar con un recital poético el nuevo Teatro “Maravillas”.  Otra vez en Málaga en Agosto (de no recuerdo el año) que con motivo de la Feria actuó en la Malagueta con El Estudiante y Domingo Ortega, en donde el público  lo abucheo injustamente y, al entrar dolido moralmente al patio de salida para el Hotel Miramar, su célebre apoderado, Camará casi le ordenó: "Vuélvete  despídete para siempre del público de Málaga.." y, en efecto, Manolete jamás volvió a torear en Málaga.

Pepe González Marín nos llevó a Antonio Rodríguez, a mi padre y a mí,  al Hotel Miramar a saludar al “Monstruo” (como el periodista Director del El Ruedo, Kaito motejó artisticamente  a Manolete, y nunca olvidare en mi vida lo contrariado que estaba el diestro y su apoderado con el público de Málaga. 

Podría contar algunas vivencias más, una de ellas  en Lajaron donde mi madre  fue a tomar las agua y yo le acompañaba hospedandonos en el mismo Hotel que la compañera de Manolete, la actriz, Lupe Sino. Uno de aquellos días fue Manolete a verla  y tuve la alegría de  que me reconociera y me diera un abrazo. El espacio no da para más relato de vivencias que quedan para otra ocasión. D.M.