Señalaba
Descarte, cómo los vicios sociales son progresivos a par del tiempo, y sólo se atemperan cuando en el
cuerpo social surge alguna crisis que sirva de catarsis.
Entre esos vicios es actualmente llamativo por su magnitud asfixiante y endiosada, el “yoismo”,
del que se derivan “egotismo”, “egolatrismo”
y, en alguna equivalencia, el “egoísmo”; todos incardinados en la viscosa y pedante ignorancia (hoy se vive
con desmesura el orgullo de ser
ignorante), la altanería que deviene en signos de misantropismo insolidario, exclusivista y excluyente. Y uno, que es todo memoria y
lengua, pero por prudencia callaito, callaito, porque, lo que es decir..., los ciudadanos
honrados sólo decimos hoy en España la
mitad de la mitad. Todo, y más, a su acomodo, lo dicen los otros, los políticos
y parapolíticos compañeros de pesebre.
Es
corriente el hecho de que dos amigos o amigas que se saludan, uno le pregunte al otro por la salud: “¡Uf tengo unos dolores de piernas...” ,
y, el otro, sin dejarle terminar el desahogo a que el mismo le había instado, le
enjareta “¡Pues arrímate a mí, pa dolores
de piernas ¡yooo...! .” Y así
¿quién no conoce cientos de muestras?,
Pero,
en donde esta lacra alcanza cotas frustrantes
para el común, es, ya digo, en la desmadrada casta política actual --siempre salvando, una
vez más, las lógicas y honrosas excepciones, conste ello--, incrustada ya de
forma onerosa y sistémica en el tejido social: Un político por cada 100 vecinos
a escala nacional, incluidos niños, analfabetos
empíricos y funcionales, incluso con carreras de la Lose (o como se diga), viejos, etc.
Viene
a las mientes aquel refrancillo
campesino sobre un padre que tenía varios hijos y, uno de ellos,
no servía ni para dar puntas de batatas; ni siquiera llegó a aprender el abecedario, es decir, no tenía oficio ni beneficio, y sólo se ocupaba en echar
barzones; el padre, cansado de las
vagancias de su hijo, y temiendo que por ello deviniera en maleante, le dijo un día “ Ya que no sirves para otra cosa, mañana mismo despido al porquero y tú guardas
los cochinos; no te quiero ver más
haciendo el vago...”, cual sucedía, dicho sea como verbigracia,
a un alcalde de pueblo que conocí en una
reciente y aciaga reunión en Coín que, según sus trazas y posterior confirmación, antes de meterse a político y acceder al
honroso cargo de edil mayor, no había trabajado en otro menester que rebuscar
espárragos y esquilmar esparto en sus cocheras entre coscojas.
Ahora,
todo el que no sirve para nada en la vida civil, y más si es premioso de mollera y llevadizo de personalidad, antes
que luego lo enrolan de relleno en algún partido político. Es cosa vista y
comprobada, con evidencias hasta en la misma presidencia del gobierno y alrededores.
Por
ello, al fulano (a) que de tal guisa se ve aupado, le deviene la petulancia altanera y, a quien a su vera se le ocurra opinar, le derrama la vista de soslayo displicéntemente, le corta la plática para a renglon seguido endiñarle
su rollo
pedantesco, aprendido de carretilla, cuyo sujeto es siempre “yo, yo, yo y ¡yo!...”, y su correlato
gramatical, mí, mí, mí, mío, mío, para mí.
Estos políticos (as) de hoy es el
consabido espécimen que de nada sabe y de todo entiende, o sea, las más grandes
se les van y las más chicas se les escapan.
Los
tales, pululan en España de la que ya
han hecho un remedo del Rinconete y Cortadillo cervantino. O, ¿es que
el “affaire” de los ERE, Mercasevilla, los 10.000.000 del ala a la hija del virrey Chaves (Solchaga de por
medio), Curtel, Bárcena, el vergonzante “caso” del Hospital Comarcal del Guadalhorce IU por medio etc, no
avalan lo que aquí digo?: ahí están las encuestas mostrando cual es una de las mayores preocupaciones de los españolitos (as) de a pie. Ya a Unamuno le preguntaron un día a que partido pertenecía. Respondió: "A ninguno, yo soy un hombre integral con un par, y, ni me parto ni me divido..." Cosas de don Miguel.
Por cierto, en relación a IU, mi pío amigo, Miguel Esteban Martín, parece que se ha dado el piro como concejal de su formación en Pizarra y, no se descarta que de algún cargo más, también se las naje.
Desde otro ángulo, viene aquí a pelo el célebre poema de don Jacinto Benavente,de este tenor literal:
EL “MEETING” DE LA HUMANIDAD
En el “meenting” de la
Humanidad
millones de hombres gritan lo mismo:
¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo...!
¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo...!
¡Cu, cu, cantaba la rana;
cu, cu, debajo del agua...!
¡Qué monótona es la rana humana!
¡Qué monótono es el hombre mono!
¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo!...
Y luego: A mí, para mí;
en mi opinión, a mi entender.
¡Mí, mí, mí, mí,
mío!...
¡Qué monótona y cansada es la rana humana!