martes, 1 de octubre de 2013

UN SINDICALISTA LIBERTARIO ADMIRADOR DE GONZÁLEZ MARÍN



          JUAN SANTANA CALERO



                                             (Refcia: "La prensa"



Para hacer la decripción de este jóven anarquista, se necesitaría ser un poeta , ya que su vida fue un poema, cuyo ritmo sólo la muerte pudo cortar.

Su niñez fue como la de todos los pobres a los que le falta el brazo protector del padre, cuando los primeros capullos de su existencia empiezan a abrirse entre los espinosos cardos de ésta sociedad, que teme la luz cómo las aves nocturnas. ¿ Su madre ?, mujer de rojizos ojos, como permanentes mariposas encendidas, en recuerdo del esposo desaparecido. Mujer sin perspectivas, esclava de una sombra.

Poco aprendió del padre que se evaporaba en su memoria entre las nubes del olvido; menos aun de la madre, que tapaba sus sentimientos con el manto de una moral que, como fiera mimada, afila sus garras para herir a los que pretenden elevar su velo de gasa fina y transparente, en la que se ciñe revelándolo su desfigurado y prostituido cuerpo.

Arrojado desde muy niño al circo del trabajo, sintió sobre sus frágiles espaldas los latigazos de esa casta, a la que la " civilización " cambió el nombre de " negrero " por el de  " patrón ", y de este primer contacto con la triste realidad de su vida entre los hombres, nace su espiritu de espartaquista y el deseo de ser un David agil e inteligente, predispuesto a enfrentarse a ese Goliat, que haciendo doblar las rodillas a la humanidad, la inclina en humillante reverencia, hasta hacer besar el suelo para que no vea el rojo crepúsculo de su libertad.

Un día Santana oye a Gonzalez Marín, aquel doctor en la  recitación, que supo amamantar  a los personajes nacidos en el inmaculado lecho imaginativo de los poetas. Hablando , suspirando, sufriendo con ellos como seres que buscaran refugio en su corazón y en sus labios, temerosos de que las manos despiadadas del tiempo los sepultara en la lóbrega tumba del olvido. Y aquel niño, alto de cuerpo y espiritu, vé en este arte del balsamo que puede dulcificar un poco el dolor de los oprimidos y se entrega a él con pasión. Se emborracha de poesía haciendo una selección de aquellas que abandonan las tortuosas espirales de un romanticismo engañoso para elegir la línea directa que fustigue a los poderosos.

¡ Sueña con ser el Gonzalez Marín de la Libertad !

Juan Santana Calero (libertario de la CNT, nacido en Málaga)  fue asesinado por el bando nacional en 1.939. Tenía 25 años repletos de orfandad e  ideales.

  Cuando González Marín, que le conocía sin nunca haberlo visto,  lo supo estando fuera de Málaga,   lloró amargamente y maldijo la guerra; toda guerra  siempre sucia de crímenes y  ara de pasiones en la que son  inmolados los mejores de uno y otro bando. ¡Oh España: Nunca  aprenderemos...!

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No se andaba con cortapisas González Marín para recitar poemas comprometidos de autores comprometidos, como este de Alberti denunciando la política norteamericana en Cuba que el rapsoda recitaba en la propia Cuba de batista:

CASI SON

Negro, da la mano al blanco.
Blanco, da la mano al negro.
Mano a mano,
que Cuba no es del cubano,
que es del norteamericano.
¿Ves, ves, ves?
El negro va a cuatro pies,
el negro baila la rumba,
y aunque se vuelva tarumba
del derecho o del revés,
¿ves?,
el negro va a cuatro pies.
Mano a mano,
que Cuba no es del cubano.
Digo, dice, dice, digo...
digo que el cañaveral
sabe muy bien que el Central
muele con viento enemigo.
Te lo dice un negro amigo.
Blanco, ¿tú no ves
que el blanco va a cuatro pies?
¡Tú tan listo, y no lo ves!
Los yanquis vienen volando,
urracas azucareras,
urracas que urraqueando
hasta nos están llevando
el aire de las palmeras.
Negro, da la mano al blanco,
dala ya,
dásela ya.
Blanco, da la mano al negro,
dala ya,
dásela ya.
Y el yanki que viene y va,
negro, dale ya,
blanco, dale ya,
negro y blanco, dadle ya.
Mano a mano,
contra el norteamericano.
Negro, mano a mano,
blanco, mano a mano,
negro y blanco, mano a mano,
mano a mano,
mano a mano.