Ayer nos cupo a mi mujer y a mí la gran satisfacción de recibir en casa la visita de Nena Gómez
Benítez, que resultó elegida el día 11
del cte. mes de enero, Primera Princesa del Certamen, “Reinado Internacional del Café, 2.014” , celebrado en
Manisales (Colombia).
En pocos
días, es la segunda vez ( no es para menos), que escribo sobre esta encantadora
y entrañable, amén de bellísima fémina de 21
años quien, tal es ella, sin afeites ni vestimentas de circunstancias, es aún más bella que
aparece en los reportajes mediáticos, sin que queramos decir que en estos no haya aparecido siempre,
pero que muy guapa.
Durante más
de una hora desgranó con su personal, grato y
pegadizo gracejo con dejos cartamitanos (susurros del terruño), algunas
de las muchas e intensas vivencias que
ha tenido durante los días que ha permanecido en Colombia, que eludo enumerar
aquí porque supongo lo hará públicamente ella misma durante la recepción que el
Ayuntamiento ha proyectado para el próximo viernes, día 17 del mes en curso, a
las 8.30 de la tarde en el teatro Municipal local; se espera que, como el pasado día 11 de este mes para
ver en directo las retrasmisión de la final del certamen, la sala se abarrote de público.
Quienes
presenciaron en directo dicho acto ese día 11 desde nuestra sala teatral, pudieron
comprobar como esta beldad española (de Cártama), enardeció al público de
aquella nación hermana de allende el océano
por enésima vez durante su estancia allá, hasta hacerle gritar
enfervorizadamente: “¡¡España, España,
España...!!” (¡Emoción, quietas las
légrimas...!)
Sí,
resulta sobremanera emotivo, a menos que se haya perdido el más mínimo
sentimiento patriótico (de patria, grande y chica: Cártama es parte de
España) que cuando acá se quema la
enseña nacional, se siente complejo de ser español y se tilda de retrógrado
--si no nos endiñan, “facha” (¡habrase visto!)-- a quien se declara tal, allá lejos, en las antípodas, distante 11 horas de viaje en avión, al conjuro de la
mirífica figura, abierta sonrisa y
cautivador gracejo de una mocita española,
en una república en cuyo nombre se incardina el del nauta (Colon-bia) descubridor de aquel inmenso continente que cambió los
destinos de la humanidad con sello de Iberia,
creando una nueva raza que Vasconcelos llama la “raza cósmica” refiriéndose a España ( raza mestiza de indios y españoles) que, por mor del inefable
embrujo de una feble mocita
de Cártama-España, le asomaron los ancestros que llevan dentro y se
desgañitaron gritando: “¡¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA...!” (¡Quietas lágrimas...!)
Nos contaba
divertida Nena al recordarlo, como
cuando pidió en un puesto de frutos secos, “arvellana”,
el vendedor no sabía a que fruto se
refería y, al señalárselo ella, exclamó: “usted
lo que quiere es mani, ese fruto aquí se llama mani...”; eso nos recuerda
aquella melodía sudamericana, “El
manisero”, cuya mera evocación nos traslada a lomos de la nostalgia a
tiempos que son idos, en los que el eco de dicha canción brotaban tras los
tapiales hogareños del lugar, cantada por algún ama de casa mientras trajinaba en los menesteres
domésticos.
Yo me quedo
con el hecho cierto de que por el encantamiento de una singular española, allá
en el trópico unos hermanos de sangre nuestros gritaron a todo pulmón
“¡¡ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA!!”, mientras, en la propia Madre Patria, se tiene a
menos en excesivos casos ser español.
Hacen falta muchas Nenas que, como esta nuestra del alma, den sentido de fraternidad
entre los pueblos a la belleza.
Francisco Baquero Luque