Nunca
echo en saco roto las deferencias que conmigo tienen mis lectores; siempre, en
todo caso, fui agradecido. Por ello, quiero hoy dedicar este trabajo a
dos amigos (aunque no nos conocemos personalmente), Juan Gutiérrez y Pablo
Rebollar, que tan amables y generosos juicios han hecho en plurales
ocasiones de mi prosa. A ver si un día nos conocemos personalmente. Ya se
que mis ideas no riman demasiado con las de Pablo Rebollar (ya me dijo Juan
Gutierrez en relación a los “lokos” del río: “aquí cabemos todos o no cabe
nadie”, y ello no lo olvido); haciendo un símil, a Pablo le gusta triscar
por entre las matas de los cerros, a su aire, y, a mi me gusta ir por veredas y
trochas escuetas La gratitud es una felicidad porque pocas
son las ocasiones que nos dan para ejercerla.
Me
vino el propósito de escribir este trabajo, y otros de la misma raíz
cuando, siendo estudiante de bachiller leí por primera vez el Quijote y, desde
entonces, prendado de él, fue mi libro de más querencia
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atrevimiento el mío: Yo, escribiendo un ensayo sobre la obra cervantina;
lo pensé mejor, y el trabajo quedó para momento de más madurez que no
para aventuras intelectuales de un imberbe de apenas 13 años en tercero
de aquel bachiller de siete cursos y reválida..
Ahora, cuando ya “le veo las patas a la zorra” (84 años) releyendo El
texto cervantino por enésima vez, y quizás última, genial y
paradigmática novela de aquel que quedó manco en la Batalla de Lepanto
de la “mano izquierda para gloria de la diestra en la más alta ocasión
que vieron los siglos”, aún mi ánimo tiene fuelle para llevar a cabo
el, para mí, honroso empeño, aunque un tanto a la pata la llana y con mermado texto.
En mis lecturas y reelecturas durante toda mi vida del Quijote cervantino,
y de haberlo leído en otros autores que me han precedido en el menester,
tengo anotadas una serie de sentencias del Quijote que son, o fueron,
patrimonio de las gentes del pueblo llano, cuya sola rememoración produce
solazo espiritual e intelectual, y trae a mis mientes recuerdos
entrañables de unas gentes del campo, en do nací y me crié entre braceros,
carreteros, gañanes, chiquichangas, boyeros, etc, todos de noble y abierta
condición, en cuyo argot era herramienta verbal de cotidiano entenderse
estas sentencias con trazas barrocas que, hoy, tengo el atrevimiento de ofrecer
como lectura curiosa a mis queridos lectores.
. Argot éste, ya digo, jugoso, sencillo, expresivo y directo, especie de
parábolas de suma elocuencia, que Miguel de Cervantes, gran observador de
la sicología y vida del pueblo llano, supo incluir como perlas idiomáticas en
su famosa obra.
Obra
de la que me subyuga el generoso sentimiento; hombre sufridor de desgracias y
sufrimientos inmerecidos, que lejos de encallecerle el corazón y
llenárselo de corrosivos humores, se le colmó de celeste misericordia. Y es que
“el dolor es el padre de la poesía (El
alma de Cervantes la rezuma por doquier) y
su madre la misericordia”
Y es
verdad que del infortunio y la piedad estrechamente abrazados en las almas
próceres, nacieron los más sabrosos frutos del ingenio, que diría Concha
Espina; esas creaciones inmortales que al cabo de los siglos conservan
todavía la gracia, la tersura y la fuerza de su florida juventud. Porque
el dolor en las almas inocentes (¡cómo lo se…!), el espectáculo de las
flaquezas humanas, la dura experiencia de las cosas no endurecen en ellos el
corazón sin que le colman de caridad y benevolencia. “Así Cervantes, gran
español (gran español), cristiano viejo, sumo artista, sufrió con la sonrisa en
los labios las más injustas tribulaciones…” Como sucede hoy a las gentes
honradas.
Y su enorme conocimiento del mundo y de los seres humanos: Siempre me llamó la
atención la enorme cantidad de palabras sonoras, pegadizas y
adecuadas como cuña en madera que, en relación a la ancestral
cultura labriega oía yo emplear a los viejos campesinos en su
cotidiano trajín de laboreo. Indudablemente, Cervantes abrevó en el argentino y
limpio caudal de decires populares, que supo plasmar en sus obras según los
espulgados ejemplos que, sin orden alfabético, a continuación ofrezco a mis caros lectores:
EN AMOR Y COMPAÑÍA En armonía, en buenas
relaciones, a diferencia de
Rajoy y Rubalcaba, etc. En el Quijote: Cap. XXI 1ª part.: “y
aún la del asno, que siempre le seguí por donde quiera que guiaba, en buen amor y compañía”.
NECESITAR DIOS Y AYUDA Necesitar todo
esfuerzo y ayuda ante una grave asunto, como
el tema del Hospital Comarcal. En el Quijote: Cap. VII, 1ª part: “porque
tengo para mi que, aunque lloviese Dios reinos sobre la tierra, ninguno
asentaría bien sobre la cabeza de Mari Gutiérrez. Sepa, señor, que no
vale dos maravedís para reina; condesa le caerá mejor, y aún Dios y ayuda”
EN BALDE Inútil, infructuoso, sin fruto, como Leonor de Aquitania. En el
Quijote, Cap. XXIII 2ª part.: “¿Piensa vuestra merced caminar este camino en balde y dejar pasar y perder tan rico y tan
principal casamiento como este...?. “Montesinos que no me cansase en ello
porque sería en balde”
COSER LA BOCA. Quedar callado, no decir ni muy, como debieran estar algunos
políticos (as).En el Quijote, capt. XXV, 1ª part: “y, con todo esto,
hemos de coser la boca, sin osar decir lo que el hombre
tiene en su corazón”
“BUSCAR TRES PIES AL GATO” Tratar con sutilezas buscando
razones en donde no las hay.Como los maquinantes del cainita robo a un
hermano en Cártama. En el Quijote Cap. XXII, 1ª pat: “Váyase vuestra
merced, señor, norabuena, su camino adelante, y enrédese ese bacín que trae en
la cabeza, y no ante buscando
tres pies al gato”
“VENIR A CUENTO” Que es adecuado, conveniente, cual acusar las flagrantes
contradicciones de muchos lenguetones y politicastros. En el Quijote Capt. 17, 2ª part. “en
esto sigo la antigua usanza de los andantes caballeros, que se mjudaban los
noimbres cuando querían, o cuando les
venía a cuento.”
“EN DEMASÍA” Demasiado, excesivamente. Como la corrupción y el robo
nacional. En el Quijote, Cap.XX, par. 1ª: “que
yo confieso que he andado algo risueño; en
demasía”
BAILAR EL AGUA.- Adular, adelantarse a los deseos de
otro, halagar. “Pero sobre todo aviso a mi señor que se me ha de llevar
consigo ha de ser con condición que él se lo ha de batallara todo y que byo no
he de estar obligado a otra cosa que a mirar por su persona en lo que tocare a
su limpieza y a su regalo, que en esto yo
le bailaré el agua delante. (El
Quijote, cap. IV, 2ª parte)
NO CATARSE.- No enterrase de las cosas, no
imaginarlas.- “Pero hétele
aquí, cuando no me cato,
que remanece un día la melindrosa Marcela hecha `pastora” (El Quijote, cap. XII, 1ª part.)
PONER EN COBRO.- Poner a buen recaudo, guardar. “Vuestras mercedes, señores, se
pongan en cobro antes que abra, que yo seguro
estoy que no me han de hacer daño” (El Quijote,
cap. XVII, 1ª part)
COGER EL MAL LATÍN.- Descubrir falta, coger en un error. (Verdaderamente, señor don
Quijote--dijo don Lorenzo--, que deseo coger a vuestra merced en un mal latín continuado, y
no puedo, porque se me desliza de entre las manos como anguila” ( El Quijote, cap. XVIII, 2ª
parte)
TENER CUENTA.- Andar con cuidado. “y fue
menester que los demás tuvieran
mucha cuenta con no reírse,
por no acaballe de correr del todo” (El
Quijote, cap. XXXI, pat. 1ª)
CAER EN LA CUENTA.- Comprende algo de pronto, algo que no estaba
claro. “...y vengo a caer
en la cuenta de esta verdad cuando algunos me dicene y me muestran
señales de las cosas que he hecho”(El Quijote, cap. XXVII, 1ª part)
EN CUEROS.- Desnudo, “Quiero, digo, que me
veas en cuero, y hacer una
o dos docenas de locuras”(El Quijote, cao. XXV, 1ª par)...(“que no vea
yo en cueros a vuestra merced, que me dará mucha lástima...”(El Quijote
XXV, prt. 1ª).