Ayer 15 de mayo, día de San Isidro Labrador, precisamente, me grabó una entrevista televisiva TV.--Coín,
que se enmarca dentro de las justas literarias
que en la comarca se llevan a cabo como homenaje al labriego, patronal y trabajadores asalariados,
a su cultura y a sus abnegados sacrificios solidarios en beneficio de la humanidad desde la noche de
los tiempos.
Pasé una gratísima mañana en Coín, acompañado de Antonio Fuentes Franco, que me llevó y trajo en
su coche. El entrañable equipo de la Televisión Municipal que dirige mi antiguo
amigo, Miguel Aguera, grabó la entrevista en el coqueto parque con flores ubicado en
el solar del antiguo mercado de
mayoristas coineño, que tantos recuerdos me suscita de mi época labriega.
Me senté en uno
de los bancos de las calles que hacen
los setos y, así, sentado, transcurrió
toda la grabación, con la nota pintoresca de que la gente que pasaba se paraba
a ver qué era lo que nos traíamos entre manos.
Abordé a uno de estos vecinos de edad antañona y le
pregunté si era o había sido labriego. Por supuesto que sí; quién no, a esa
edad y en un pueblo como Coín de tradición
agrícola. Yo le enseñé mi libro, “ECOS DE LA ALHÓNDIGA”, y le dije que era un
homenaje que el autor y editor proponían hacerle a todas las nobles y abnegadas gentes del campo de la
comarca guadalhorceña; que el libro se presentaba en Coín el día 24 de mayo y
que la presentación del autor la haría el hombre de pro e ilustre coino, don José
Manuel García Agüera y, que yo, si le veía por allí le regalaría a él mi libro.
Antes de despedirse, el buen hombre me preguntó de
sopetón:
-- ¿Usted es de
Cártama?
--Sí, lo soy.
--Y, ¿conoció usted a González Marín…?
¡¡Dios, y que tenga yo que venir a Coín para ver que
un hombre del común pregunta con admiración
por González Marín…!!
Es que de él ha
escrito, un ejemplo entre miles y miles, Manuel Alcántara: ”…Si en el cielo, según
rumores no confirmados, tiene un sitio quienes pasaron por el mundo haciendo el
bien, allí estará el hombre que se pasó la vida divulgando la poesía a los cuatro
vientos, en dos continentes (diríase en tres) para que los versos se quedasen en la
memoria del aire”…”…Era el cartameño no
sólo un actor, sino un actor y toda la compañía…” Y, así, se podría decir que fue el hombre del
Teatro que más prensa consumió de la crítica teatral, siempre laudatoria, durante la primera mitad del siglo XX.
Un hombre de record en bondad y arte, que llegó a todas las clases
sociales con su voz y mímica declamatoria, que personalizó la cantiga mariana
más mirífica que conoce la historia, cual se desprende de la pregunta del labriego de Coín, pueblo del que
era hijo adoptivo el artista, como de los de media España y, aquí en Coín, le tienen dedicada una glorieta.
Pero, en su pueblo natal, los contados, pero vocingleros
e insidiosos creadores de corriente de opinión espuria desde la plataforma del
poder, le vienen vituperando, denigrando y tratando de sumir en el oprobio su
memoria, hasta el extremo en la estulticia macandita de que le han quitado su
nombre al Teatro (precisamente al Teatro), que lo llevaba.
De entre todos los sectores que deben gratitud (y no
lo contrario) a José González Marín, el que más le debe es el PSOE; me
remito al acta de la Sesión de Pleno del
20 de febrero de 2.014, amén de otras razones irrefutables. Jamás fueron
capaces de explicar la razón de quitarle el nombre del eximio genio de las
candilejas cartameño. El nuevo nombre es un manido topónimo, con flagrante falta
de ortografía. Castigo de Erato por tan roma insensibilidad cultural. Con lo que uno quiere
a su pueblo y tener que ver estas cosas
por culpa de algún, o algunos, indigentes intelectuales.