domingo, 26 de enero de 2020

SOBRE EMBUSTEROS


                                
            No es asombroso que distribuidos por doquier existan en este mundo redomados embusteros, que pueden ser incluso presidentes de gobiernos y su estela de carguillos secundarios; lo que sí asombra es que  en un país como España haya  tantos simples que les crea una y otra vez,  e incluso parece que  les complace ser engañados. No se comprende como ocurre esto porque el gobernante falaz repite su engaño a cara endurecida cada vez que le conviene que los demás crean sus  patrañas, aunque también es cierto que los gobernantes mentirosos suelen ser a la vez grandes demagogos con no poco arte deleznable para halagar la simpleza de muchas gentes; no, los embusteros no son tontos, aunque necesariamente son sinvergüenzas que , de ahí su peligrosidad social, llegan a hacer escuela entre su nube de paniaguados por regla general lameculos y chismosos.

            Lo antes dicho, que es  totalmente admitido por el común dada la cuotidiana cadena de engaños clamorosos como, un ejemplo por cientos, la reciente trola gubernamental del ministro Avalo a todo el país,  resultan también ostensible en los pueblos. En alguno  de forma especialmente onerosa para el interés y dignidad de personas civiles
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            Es oertinente recordar aquí que hace cerca de dos años  se anunció, en convocatoria pública a bombos y platillos en el Teatro, José González Marín,  el casi seguro retorno de la estatua de la diosa Ceres a su destino de origen, Cártama. Alguno de los presentes  arguyó exaltado: “estoy ceandito verla aquí…-“, oración (no gramatical),  que contenía la certeza por parte de este tal. Pues bien,  no sólo todo aquello era hojarasca retórica, sino que ya no dicen ni pío de la cartameña pieza arqueológica. Y así,  la tira.