Modelo de miliarums romano (hoy al parecer en el museo loringiano) cual el aflorado en la calzada en la calzada romana a su paso por el Cortijo de las Tres Leguas, toponímico que indica, precísamente, la distancia de esta cortijada a Málaga
Cuando una ciudad o pueblo se ubica en la confluencia de importantes y ancestrales rutas, es casi seguro que cuenta con una profunda historia repleta de hechos y vivencias singulares. Mucho más si estas rutas bordean el curso de un importante río. Este es el caso de Cártama y otros pueblos de la ribera del Guadalhorce que cruzaban importantes vías iberas y después romanas paralelas al curso del río. Esto está, como veremos en otro capítulo de este blog, demostrado por miliarums, restos significativos y antiguos documentos.
Alguien dijo que “los grandes ríos son la savia de la cultura”. Entre esos grandes ríos generadores de culturas emblemáticas, tenemos el Nilo, el Eúfrates, el Tigris y otros de India y China, a cuyas orillas se formaron las primeras sociedades organizadas, que dieron lugar al nacimiento de la ciencia, la literatura y las artes. Lo mismo, en la medida de sus particulares circunstancias cuantitativas y cualitativas, podemos decir de ríos españoles, entre ellos, el Guadalhorce y los pueblos a los que sus aguas abrevan.
Paralelamente a las márgenes de nuestro río, han serpenteado desde los primeros tiempos vías y calzadas de acceso a Málaga, lo cual ha dado especial relieve histórico a estos pueblos ribereños. Incluso, otrora, fue navegable nuestro donoso cauce fluvial, al menos hasta Cártama, como en otras páginas hemos dejado dicho, según nos atestiguan elocuentemente restos de puertos de embarque en el Peñoncillo y Vega de Riarán (posiblemente otro en el Soto del Moro) hoy ya arrasados. (Seguirá)
Paulatinamente, a lo largo de varias inserciones en este blog, se hará una amplia exposición historiológica, faunística y vegetal de nuestro emblemático río Guadalhorce, sin el cual, Cártama no existiría ni tendría la enjundiosa historia que anida en sus lares. (I).