PRESENTACION LIBRO DE CELESTE TORRES (Valle de Abdalajis)
26
diciembre 2.009
Debo
empezar esta breve disertación que se me encomienda, mostrando mi admiración
por el Ayuntamiento del valle de Abdalajís, y en especial, a su concejalía de
cultura, porque con este acto literario evidencia una inquietud intelectual y
cultural no precisamente muy habitual entre los pueblos del entorno, incluso en
aquellos de muchos más habitantes que este.
Por
muchas más razones, además de la antes
dicha, yo como cartameño, siento una querencia intelectual e íntima hacia el
Valle de Abdalajís: Dejándome llevar un poco por los recuerdos, son infinitas
las veces que he tenido que pasar, y hacer una parada en este coqueto pueblo,
desde muy joven cuando desde Cártama me
desplazaba a Antequera, unas veces a pie arreando ganado vacuno para su
señera feria, otras en moto como
vendedor itinerante y, tantas y tantas
veces en coche. Porque lo cierto es que, como por Cártama, por El Valle
Abdalajis, desde la noche de los tiempos fue el paso obligado de las gentes del
interior de la península hacia la
portuaria Málaga. Pero hay otras razones para tal afección mía por esta poética
tierra. Por sólo nombrar alguna La
Patrona de Cártama, Nuestra Señora de Los Remedios, tiene no
pocos devotos entre la gente de esta Villa y sus campos. He tenido a lo largo
de mi vida muchas ocasiones de comprobarlo. No hace
muchas décadas, de aquí fue a arribar a Cártama para bien de sus gentes, un ilustre
sacerdote, Don Jesús Pascual, etc.
Hecha
la precedente entradilla, expongamos la razón por la que estamos hoy aquí: Es
para hablar de poesía. Y hablar de poesía en un pueblo del interior provincial
que no pasará mucho de los 3.000 habitantes. Y
ya es significativo poder hablar de poesía en un pueblo de estas
características. Mi enhorabuena.
Hoy presentamos a
ustedes, en efecto, un libro de poesía, cuya autora podríamos decir que es de esta tierra, pues ha nacido y
criado en la vecina Antequera. Estoy hablando de doña, Celeste Torres,
poeta de profundos registros líricos,
cuyos versos tienen resonancias de una altura que la sitúan entre los mejores
vates, no sólo de Málaga, sino de cualquier geografía de habla hispana. No
exagero: Cuando se lea el poemario que esta noche presentamos, se verá lo
congruentes de estos encomios que le dedico, como poeta y como persona.
Reitero mi admiración por
este pueblo, por su cultura ancestral y
moderna por otros valores que la
premura del tiempo que han destinado a esta presentación, no me permiten
comentar. Así pues, tiene la palabra Celeste Torres.
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Departiendo sobre el Castillo de Cártama y sus misterios legendarios
en donde el estro de la amiga poeta su estro captó el eco de Noctiluca diosa ibera de la noche.
PRESENTACIÓN DE CELESTE
TORRES
Antequera
19/11/04)
Buenas
noches:
Es
un honor para mi presentar a ustedes en
esta velada cultural, a la gran poeta antequerana, Celeste Torres que, seguidamente,
nos va a ofrecer una lectura de su
poemario. Honor, que se sobredimensiona por tener lugar dicho acto en Antequera,
a la que, dadas sus connotaciones con otros pueblos de la baja ribera guadalhorzana, entre ellos el mío,
Cártama, resulta
casi obligado por mi parte expresarle
esta noche un sentimiento de homenaje, cosa que, además, por ser nuestra poeta también
antequerana, resulta extensible a
ella.
Yo, personalmente, encuentro muchos
ecos de Cártama, mi pueblo, en Antequera, pero de forma más sensible el que los
dos tienen por Patrona a la Virgen de
los Remedios, de advocación trinitaria. Igualmente, en mis visitas a esta
entrañable ciudad el clamor de sus
campanas me trasladan en sentimiento a mi pueblo, por la semejanza que el son de
algunas de las antequeranas, tienen con las de Cártama. No sólo mi alma ha vibrado alguna vez con el
tañer de estas campanas vuestras: Un escritor de esta tierra, Juan Alcaide de la Vega, en su precioso libro
dedicado a su Antequera natal, titulado,
precisamente, “ Mi ciudad”, dice en uno de sus capítulos: “ La vida de un pueblo es como un sonar
perenne de campanas... La vida, la muerte, el gozo, la tristeza, todo es un
golpear de badajos en paredes de bronce. Mis mayores gozos, los más puros, y
las más íntimas tristezas, han entrado en mi alma precedidos de toques de
alguna campana”
Ciertamente,
esta noble ciudad, que así fue declarada por real cédula allá por el año 1.441
a poco de ser tomada a los moros por el Infante don Fernando, la valoriza una
enjundiosa y dilatada historia que hinca sus raíces en la remota noche de los
tiempos, de lo que es muestra, por poner un solo ejemplo de los muchos que existen,
esa incomparable joya del eneolítico europeo que es la cueva de Menga.
También
lo atestiguan, y con profusión, los anales, crónicas y cronicones de los más
renombrados memorialistas historiográficos de todas las épocas, y, la multitud
de referencias arqueológicas, monumentos arquitectónicos, imaginería religiosa
en su ya tópica cifra de treinta y tres Iglesias y Conventos, multitud de
bellas esculturas, así como una rica lista de hijos ilustres en todas las ramas
del saber que le han imprimido a esta ciudad una señera identidad en el marco de la historia general y, de forma especial, en la
de nuestra tierra andalusí que le granjeó el apelativo de “ La Atenas Andaluza ”.
Pero
como de lo que toca hablar en esta velada es de poesía y de poetas antequeranos,
entre los que ocupa un alto sitial Celeste Torres, cuya semblanza lírica y
humana sigue a esta entradilla, ciñámonos al tema poético, y ni siquiera de
forma amplia, porque el tiempo de que disponemos no da para más.
Sin
hurgar en la lista de grandes poetas del municipio romano de Antikaria y de la
Antikira mora, no más apuntar la lengua romance, o castellana, continúa en
Antequera la nómina de notables poetas en una rica cadena de relevos según el orden natural de las generaciones hasta nuestros
días.
En
el siglo XVI ya existía “La Escuela
antequerana de poesía”, también conocida como antequerano-granadina, muy
celebrada por autores del Siglo de Oro, como Lope de Vega, Góngora y Calderón, a
la que perteneció el poeta local, Pedro de Espinosa, así como Luís Martín de la
Plaza y Rodrigo de Carvajal, entre otros, cuyas obras recoge el Cancionero
Antequerano recopilado entre los años
1.626 y 1.628 por, el también antequerano, Ignacio Toledo y Godoy, y editado
nuevamente tras varias ediciones con
distintas suertes, en 1.988 por la Diputación Malagueña bajo la dirección,
según tengo entendido, de José Lara Garrido.
Un
tema recurrente en la poesía de estos poetas del Siglo de Oro antequerano, es
el río Guadalhorce, que vertebra geográfica, histórica, cultural y
económicamente a los pueblos hermanos de su ribera. Esta correlación tiene un
elocuente exponente en los romances, que hacen alusión a la interrelación de Antequera con los pueblos próximos, muchas
veces en el lado opuesto de la frontera cristiano-mora.
Como muestra de esa literatura primigenia,
cito el “ Romance de Antequera “, y, el “ Romance del Moro de Antequera”, ambos
anónimos, así como la emblemática novela-romance, “ El Abencerraje y la hermosa
Jarifa”, cuya temática recogieron en sus creaciones Lope de Vega, Montemayor,
Charteaubriand, y otros autores. En esta obra, si bien la acción tiene lugar en
los pueblos de Cártama, Coín y Álora, el
protagonista de ésta última, el alcáide Narváez, es descendiente del legendario
Pedro de Narváez que tomó parte en la toma de Antequera como capitán a las órdenes del
Infante don Fernando, siendo el primer alcáide, creo, de la Antequera cristiana.
También
el Guadalhorce fue fuente de inspiración
para los anteriormente citados poetas de la Escuela Antequerana, entre otros, Rodrigo de Carvajal que recoge el
Cancionero de Antequera, con un soneto
elegíaco del que entresaco estas estrofas:
“ Oye
de un hijo tuyo, que en la espalda
del mundo viejo, desterrado, mora,
sagrado Guadalhorce...”
En
el siglo XIX, también tuvo Antequera una Escuela de Poetas Románticos, con notables
representantes, entre los que cabe citar a
Victoria Sáenz de Tejada, Trinidad de Rojas, José Muñoz, Isabel López y
Requena Díaz, y otros.
Y
así fue rotando el arte poético de esta ciudad de generación en generación,
hasta nuestros días en los que la poesía antequerana está representada por
vates de la categoría de José Antonio Muñoz Rojas, premio Nacional de Poesía,
Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y, Medalla de Oro de Andalucía.
Y..., la ilustre protagonista de esta velada, Celeste Torres
Hablar de Celeste (así, Celeste a
secas, como ella quiere ser llamada), es hacer referencia a una de las poetas
mas auténtica e interesante del momento en Málaga y también en ámbitos
geográficos más amplios. Soy consciente
de que tan rotunda aseveración podría parecer excesiva si, de inmediato, no la
fundamento; para ello, nada más elocuente que su obra de la que, a
continuación, nos va a ofrecer una
muestra.
En efecto, hoy por hoy, Celeste es una consagrada de la lira. Su númen ha
conseguido tener confidente amistad con el alma de las cosas y de la naturaleza.
Su espíritu detecta, como el zahorí, las
escondidas venas de los manantiales líricos. Y, pese a estar dotada de tan
singular y aguda sensibilidad, su canto fluye de forma sencilla y asequible sin
menoscabo alguno de su altura artística.
Celeste
exprime de forma genial los recuerdos para sacar del misterioso devenir de lo
creado, los jugos en los que siempre aletea la vida, y sabe arrebañar al
instante, al memento fugaz, motivos para su fantasía, soplos para su estro que
convierte en creaciones líricas sugestivas:
“Se
agolpan los recuerdos
Como gorriones,
Sobre el trigo dorado
De los campos...”
Esta mujer, fleve de cuerpo y recia de espíritu,
abreva en lo inmanente y nos lo revela concretado en su obra plagada de bellas
metáforas, alegorías y símbolos de la mas alta estirpe poética:
“Huye
la tarde deprisa
enrollando en el horizonte
el último pergamino de sol...”
A veces se le escapan del alma tenues susurros
de amor:
“ Un silencio de duendes espesa,
con misterio,
una pasión oculta
en la sacra tumba de mis
venas...”
“...
La tela de mi blusa se hace esponja
que empapa la caricia de
tus ojos...”
La
metáfora, en todo momento las bellas y
sutiles metáforas de Celeste:
“
...El
bramido del ciervo
hace sonar el tambor del
viento.
“ Se agrisa la montaña
para esconder la tarde...”
“...El
tiempo es un girasol
que habla con los
pájaros...”
Y...,
en su corazón, la evocación amorosa de su
tierra de nacencia:
“ ...El día, como yo, declina
sobre el alto campanario
de la iglesia.
Tus campanas, como
águilas azules,
Ocultan misterios
...”
Y
ahora, a Celeste que es un sol, cúmplele
salir aquí, por Antequera.
Muchas gracias