Foto obtenida, como indica la nota escrita del fotógrafo que aparece abajo, en La habana (Cuba) el 23 de abril de 1,937, cuando en su peregrinar por América le cogió su festividad en esta ciudad y, en ella, fue procesionada con todo esplendor.
Acompañados José González Marín y Antonio López Plana, "Antoñico" (a la derecha del artista cartameño), de devotos que atendieron el culto de la Virgen en un Convento de Caracas, se despiden de esta ciudad para, vía Canal de Panamá, actuar en las naciones del istmo para, a continuación, desde Nueva York, regresar a España vía Gibraltar , en diciembre de 1.937; pasaron las navidades de 1.937, en alta mar.
También se cumple hoy, 26 de abril de 2.014, el 125
aniversario del nacimiento en Cártama
del genial actor teatral y juglar de fama mundial, José González Marín, al que debe Cártama y
todo un amplio espacio geográfico, el que estos días hayamos podido celebrar
las tradicionales fiestas marianas, pues
fue él quien evitó su quema en un infausto jalón de la Historia de España, y,
por ende, de Cártama, llevándosela a
América como ha quedado dicho, y demostrado, infinidad de veces.
Dicho lo anterior, quiero ceñirme ahora al transcurso hogaño de estas fiestas terruñeras; pretendo
transmitir --otra cosa es si lo consigo, o no--
el espíritu y la singular plástica del cuadro que ofrecen los seres y
las cosas en la tarde-noche cartameña del 23 de abril con la procesión de su Patrona, La Virgen de Los Remedios. Es
una secuencia concreta, única y diferenciada (no estamos ante una romería más; sí es una afirmación de fe popular, auténticamente
vivida y, exenta de todo utilitarismo,
incrustada con martilleo de siglos en lo más profundo del sentimiento
del pueblo, sin distinción de clase ni cultura.
Se
trata de una realidad que, decenas de miles de personas, nativos y peregrinos, notarios de sus propios corazones
y de sus vivencias objetivas, comprueban
y verifican cada año de forma extraordinaria indiscutiblemente ahincada en el
alma de cada uno.
23 de abril de 2.014, en Cártama. Mis ojos no
pierden detalle del entorno. Y, en Cártama, hoy como ayer, como antaño, como
siempre, en medio de este mundo movido por el egoísmo, tiznado
de mentiras y depravado que se nos va derrumbando sin aparente remisión, se
puede comprobar como de una simple invocación a la advocación de Los Remedios,
nace un mensaje de bondad y fraternidad que todos comprenden y asumen en sus
corazones sin más disquisiciones de exégesis y reglas dogmáticas. El mensaje
mariano que todos entiende es maternal y sencillo y va derecho al corazón humano, de ahí que todos lo entiendan.
Cártama
se transforma , adquiere dimensiones y contornos característicos e inusitados
ese día. Una multitud difícil de evaluar abarrota materialmente la recoleta
plaza de la Iglesia
y calles adyacentes, esperando la salida del Trono, a hombros de devotos y
devotas con la imagen de la
Virgen.
Es
una imagen, ya se dijo, cargada de
siglos e impregnada del mirar amoroso de generaciones y generaciones de
cartameños y comarcanos. De historia y de miríficas leyendas hechas vida. Ya
está en la calle, y se encamina hacia su
itinerario procesional mecida por los
hijos de esta tierra con el arrobo y la ternura que se le dedica a una madre.
El
aire se preña de sones musicales; las campanas parroquiales y los esquilones de
la Ermita repican
a gloria; truenan los cohetes en los
cielos, construyendo todo ello en un conjunto homogéneo de barroquismo que
despierta indescriptibles emociones. Por cada acera, una hilera compacta de
cómo un kilómetro de mujeres, hombres y
niños codo con codo, con velas y cirios encendidos en sus manos, arropan el
lento caminar de la Señora ,
amor de los amores, en su trono iluminado que desprende un halo de misterio e
infinitud indescriptible. Cada llama de cera encendida es manifestación de una
promesa hecha, de un favor concedido, de una emoción de esperanza o de
gratitud, de amor en todo caso. Es en definitiva, la oración inescrutable de un
pueblo de Andalucía, “la tierra de María”. Colgaduras en todos y cada uno de los
balcones del largo recorrido desde donde le tiran a Ella brazadas de pétalos de
flores, y desde donde otrora, eran encendidas bengalas de fuego y color. Y
rezos, aplausos, vivas, alegría y tristezas…, la vida hecha sentimiento a flor de piel, a flor de labios que musitan
oraciones…Luz, color, amor de la humana caravana itinerante hacia un final de
Esperanza: BELEN.
Cuando
Ella pasa por mi vera en donde durante horas la he aguardado en esta vejez que
me limita los andares, yo también, un año más le he ofrecido mi humilde oración
que un día, un amigo que ya no está, y sí está, me enseñara:
Te voy siguiendo, Señora,
en esta tarde que lloro
en silencio mi emoción;
que dentro de tu zurrón,
me llevas, Madre y Pastora,
secuestrado el corazón.
Y, mi más emocionado recuerdo esta
noche mágica, fue para aquel amigo fraternal que me enseñó a amarla, y que un día la
salvó a Ella, jugándose el todo por el todo, llevándosela a lomos de las olas oceánicas a
otra tierra, también de María, Iberoamérica, en donde hizo turno con las hermanas de
allá, La Virgen
de Coromoto Patrona de Venezuela; la Patrona
de toda América ibérica, la de Lujan y, Santa
Rosa de Lima...
Pues bien, hoy, precisamente, 26 de abril de 2.014, se cumplen los 125 años del nacimiento en Cártama el mejor de sus hijos, al que debemos la posibilidad de celebrar este “Día dela Virgen ”
que, aquí, mal que bien, acabo de glosar.
Pues bien, hoy, precisamente, 26 de abril de 2.014, se cumplen los 125 años del nacimiento en Cártama el mejor de sus hijos, al que debemos la posibilidad de celebrar este “Día de
Francisco Baquero Luque
(Cronista libre de Cártama desde 1.968).