sábado, 26 de abril de 2014

SIGLOS DE TRADICIÓN MARIANA EN CÁRTAMA

             


Foto obtenida, como indica la nota escrita del fotógrafo que aparece abajo, en La habana (Cuba) el 23 de abril de 1,937, cuando en su peregrinar por América le cogió su festividad en esta ciudad y, en ella, fue procesionada con todo esplendor.

Acompañados José González Marín y Antonio López Plana, "Antoñico"  (a la derecha del artista cartameño), de devotos que atendieron el culto de la Virgen en un Convento de Caracas, se despiden de esta ciudad para, vía Canal de Panamá, actuar en las naciones del istmo para, a continuación, desde Nueva York, regresar a España vía Gibraltar , en diciembre de 1.937; pasaron  las navidades  de 1.937, en alta mar.
  

         La Patrona de Cártama, Nuestra Señora de Los Remedios, como todos los años, sin interrupción,  que se tenga noticia escrita u oral, desde 1.579,  ha sido este año de 2.014  “bajada” de su Ermita el 22 de abril y, procesionada en olor de multitudes y devociones, por su multisecular itinerario urbano  el 23 de abril. Se cumple, pues, el 435 aniversario desde que empezó a procesionarse con motivo del milagro que se le atribuye al liberar a Cártama de una espantosa epidemia de peste en la citada data de 1.579,  hito que, en artículo anterior en este mismo medio, he descrito.  

         También se cumple hoy, 26 de abril de 2.014, el 125 aniversario del nacimiento en Cártama  del genial actor teatral y juglar de fama mundial,  José González Marín, al que debe Cártama y todo un amplio espacio geográfico, el que estos días hayamos podido celebrar las tradicionales fiestas  marianas, pues  fue él quien evitó  su quema en un infausto  jalón de la Historia de España, y, por ende,  de Cártama, llevándosela a América como ha quedado dicho, y demostrado,  infinidad de veces.

         Dicho lo anterior, quiero ceñirme ahora al transcurso   hogaño de estas fiestas terruñeras; pretendo transmitir --otra cosa es si lo consigo, o no--  el espíritu y la singular plástica del cuadro que ofrecen los seres y las cosas en la tarde-noche cartameña del 23 de abril  con la procesión de su Patrona, La Virgen de Los Remedios. Es una secuencia concreta, única y diferenciada (no estamos ante  una romería más; sí es  una afirmación de fe popular, auténticamente vivida y, exenta de todo utilitarismo,  incrustada con martilleo de siglos en lo más profundo del sentimiento del pueblo, sin distinción de clase ni cultura.

Se trata de una realidad que, decenas de miles de personas, nativos y  peregrinos, notarios de sus propios corazones y de sus  vivencias objetivas, comprueban y verifican cada año de forma extraordinaria indiscutiblemente ahincada en el alma de cada uno.

 23 de abril de 2.014, en Cártama. Mis ojos no pierden detalle del entorno. Y, en Cártama, hoy como ayer, como antaño, como siempre,  en medio  de este mundo movido por el egoísmo, tiznado de mentiras y depravado que se nos va derrumbando sin aparente remisión, se puede comprobar como de una simple invocación a la advocación de Los Remedios, nace un mensaje de bondad y fraternidad que todos comprenden y asumen en sus corazones sin más disquisiciones de exégesis y reglas dogmáticas. El mensaje mariano que todos entiende es maternal y sencillo y va derecho al corazón  humano, de ahí que todos lo entiendan.

Cártama se transforma , adquiere dimensiones y contornos característicos e inusitados ese día. Una multitud difícil de evaluar abarrota materialmente la recoleta plaza de la Iglesia y calles adyacentes, esperando la salida del Trono, a hombros de devotos y devotas con la imagen de la Virgen.

Es una imagen, ya se dijo,  cargada de siglos e impregnada del mirar amoroso de generaciones y generaciones de cartameños y comarcanos. De historia y de miríficas leyendas hechas vida. Ya está en la calle, y se encamina  hacia su itinerario procesional  mecida por los hijos de esta tierra con el arrobo y la ternura que se le dedica a una madre.

El aire se preña de sones musicales; las campanas parroquiales y los esquilones de la Ermita repican a gloria;  truenan los cohetes en los cielos, construyendo todo ello en un conjunto homogéneo de barroquismo que despierta indescriptibles emociones. Por cada acera, una hilera compacta de cómo un kilómetro  de mujeres, hombres y niños codo con codo, con velas y cirios encendidos en sus manos, arropan el lento caminar de la Señora, amor de los amores, en su trono iluminado que desprende un halo de misterio e infinitud indescriptible. Cada llama de cera encendida es manifestación de una promesa hecha, de un favor concedido, de una emoción de esperanza o de gratitud, de amor en todo caso. Es en definitiva, la oración inescrutable de un pueblo de Andalucía, “la tierra de María”. Colgaduras en todos y cada uno de los balcones del largo recorrido desde donde le tiran a Ella brazadas de pétalos de flores, y desde donde otrora, eran encendidas bengalas de fuego y color. Y rezos, aplausos, vivas, alegría y tristezas…, la vida hecha sentimiento a flor  de piel, a flor de labios que musitan oraciones…Luz, color, amor de la humana caravana itinerante hacia un final de Esperanza: BELEN.

Cuando Ella pasa por mi vera en donde durante horas la he aguardado en esta vejez que me limita los andares, yo también, un año más le he ofrecido mi humilde oración que un día, un amigo que ya no está, y sí está, me enseñara:

Te voy siguiendo, Señora,
en esta tarde que lloro
en silencio mi  emoción;
que dentro de tu zurrón,
me llevas, Madre y Pastora,
secuestrado el corazón.

         Y, mi más emocionado recuerdo   esta noche mágica, fue para aquel amigo fraternal que me enseñó a amarla, y que un día la salvó a Ella, jugándose el todo por el todo, llevándosela a lomos de las olas oceánicas a otra tierra, también de María, Iberoamérica, en donde hizo turno con las hermanas de allá, La Virgen de Coromoto Patrona de Venezuela; la Patrona de toda América ibérica, la  de Lujan y, Santa Rosa de Lima... 

        Pues bien,  hoy, precisamente, 26 de abril de 2.014, se cumplen los 125 años del nacimiento  en Cártama el mejor de sus hijos, al que debemos la posibilidad de celebrar este “Día de la Virgen” que, aquí, mal que bien, acabo de glosar.
                                             
                       Francisco Baquero Luque
                (Cronista libre de Cártama desde 1.968).