sábado, 3 de julio de 2021

 

                                                           YA, ¡¡NI CHUMBOS...!!

           Salvador González Anaya, ilustre novelista, poeta y erudito malagueño de la RAE y varias veces alcalde de Málaga, viviendo aún su madre le prometió escribir una novela centrada en su pueblo de nacencia,  Cártama, en cortijo de Anaya frente a Las Tres Leguas, del que salió al casarse para trasladarse a Málaga en donde le nació el novelista al que, por ello, se puede considerar cartameño.

 

             Muerta su madre y él en las postrimerías de su vida, don Salvador  decidió cumplir la promesa que un día hizo a la  madre. La tituló, “El llavero de Anica la Pimienta,  muy descriptiva de  la intrahistoria e historia de Cártama, que publicó en el año 1.952 junto con, “Tierra de señoría”, centrada en el costumbrismo rondeño.

 

            En el prologuillo de la de  Cártama, González Anaya viene a decir:  Cogí el tren, y, arribé a Cártama, pero salvo la Virgen de los Remedios y la escueta figura del aplaudido González Marín, nada digno de mención novelística encontré, salvo chumbos y chismes

 

            Tuve la inmensa suerte de acompañar al escritor durante 10 días por los caminos, realengas, tajos y cortijadas del municipio recogiendo datos concretos y, sobre  todo, el ambiente social del pueblo de su madre. Fueron 10 inolvidables días de 8 de la mañana a 2 de la tarde en  1.949, repletos de anécdotas. Don Salvador a lomos de una pastueña burra con aparejo de fiestas y, yo, de un mulo resabiado y pingón capaz de matar un mosquito de una coz; pero mis 18 años eran más contundentemente  disuasorios que las muladas del mulo; don Salvador se reía a mandíbula batiente de mi lucha con la mala bestia. Mi padre no nos pudo dejar otras monturas porque era la temporada de trilla y las necesitaba para la era y en la barcina.

 

            Pasó el tiempo y murió Pepe González Marín; pero  su memoria,  haciéndose realidad lo observado y escrito por don Salvador en su prologuillo, fue brutalmente lesa  mediante los chismes más falaces y denigrantes. La única razón (espuria, por supuesto), puede estribar en la envidia de determinados estamentos locales al haber salvado  la Imagen de la Patrona, Ntra. Sra. de Los Remedios, llevándosela a América días antes de empezar nuestra cainita guerra civil, escribiendo así, en carne y alma, la, quizás,  más bella cantiga mariana    de la historia de España, no  fabulada cual hicieron  vates del Mester de Clerecía, con ser éstas sobremanera miríficas. La copia de Ella que dejó en su lugar de acuerdo con el párroco, hecha ad hoc por el escultor, Paco Palma, fue quemada.

 

            Cuando volvió a primeros de 1.938, y devolvió la sagrada imagen al pueblo,  también había sido quemado su Santuario, que él reconstruyó, como  el trono de plata que había sido  expoliado, allegando fondos al efecto por todos los escenarios de las capitales y pueblos de Andalucía, verso a verso, arpegio a arpegio, en jornada de tarde y noche. Ello es historia que está en los anales.

 

             O sea, que Cártama tiene actualmente 365 días de gloria y beneficios, con cenit apoteósico cada 23 de abril y todo el mes de mayo,  por Pepe González Marín, Hijo predilecto de la Villa por un Ayuntamiento republicano (1.935), como también un gobierno  republicano  le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica, por haber llevado la poesía española de todos los autores sin distinción de ideologías por todas las naciones de habla hispana.

 

            Cártama tenía una tradición semanasantera  de las más ricas de la comarca (verdes, moraos y pasos en vivo) y, al ser quemadas sus imágenes titulares  esta tradición se acabó y acabada sigue, siendo posiblemente el único pueblo de la comarca que no cuenta con estas manifestaciones populares. Cabe pensar, que igual hubiese ocurrido con la multisecular tradición mariana de la Virgen de Los Remedios, impregnada su imagen de hermosa pátina histórica que entronca con los Reyes Católicos.

 

            Pues bien, y en congruencia con el título, murió el juglar (la tradición e imagen de la Virgen continua para bien de Cártama gracias a  aquel hombre bueno), y, ¡oh maldición! debido a una causa desconocida, las chumberas de Cártama están desapareciendo y, con ellas,  sus frutos, los chumbos, que están  en la poesía,  las leyendas y el folklore. O sea: YA, ¡¡NI CHUMBOS!!