miércoles, 7 de febrero de 2024

 

  DE TI TENGO NOSTALGIA,  PADRE MÍO LABRIEGO

 

Tú, padre bueno, ha tiempo que con Dios

Te fuiste, y me dejaste heredero

De una cultura, empírica, pero enjundiosa

De valores plena: la labriega campesina

Y, el amor al terruño que te corría por las venas.

Fuiste, como todos los de tu raza hidalga

Serio, trabajador incansable y abnegado

En la desigual brega con la tierra

Para obtener  el candeal  pan de cada día.

 

Padre, con tus manos sembradoras

Obtenías la divina realidad del trigo

Para amasar la telera  de cada aurora

Con que la que  alimentabas a tus hijos.

 

Tu alma templaba el ritmo de la siembra

En la tierra, tal sagrada hembra

Que te ahijara  espléndidas cosechas

 

Tu mano castraba el panal de las abejas

Y conducías  el agua de la fresca acequia

Que  riega el vientre de la fértil huerta.

 

Para el campo tenías corazón de nido,

Y en el campo ponías la esperanza

De un honrado porvenir para tus hijos.

 

En el viejo monorrimo pueblerino,

Mis  primeros versos  ensalzabas al vecino:

Se los leías…, me mirabas… y, sonreías.

 

Y tu sonrisa limpia es mi seguro,

Y es mi empeño convertir tus besos

En rosales de amor de mi existencia

Tu esperanza era el buen Dios que regresa

Cada año en los hilos dorados de la lluvia

Para hacer de cada surco una promesa.

Tu destino  seguir la yunta en la besana,

Despertar con la alondra a la alborada,

Y atrojar el grano ya separado de la paja.

 

Ahora, ya viejo y circunspecto,

Ahondo en el fondo de tu alma,

Y de gozo se me inundan los adentros,

 

Porque de  ti supe  con certeza

Que cada palabra es una trinchera,

El concepto honesto  un latigazo

Y la verdad, la mejor bandera y, con tales  ofrendas,  

 Quiero me reciba  Dios el día que Él lo  diga;

Y, hoy mi adhesión completa

 esos abnegados hombres

que piden justicia

tirados en las carreteras.