NOTA
PREVIA.- Yo no sé si, lo que sigue es, o
no, poesía, pero cada cual ensalza sus emociones hacia el abnegado campesino como
Dios le da a entender.
¡¡OH CAMPESINOS, (PADRE DEL ALMA)!!
No nací yo donde hubiese querido:
Debajo de un olivo de tupida copa
Arrullado por un engorar de tórtolas
A su nidada de
huevos blancos
Que reventaran en tortolitos
Volando de olivo en olivo.
Pero nací, mi sino
así lo quiso,
En un rústico cortijo agareno
Llamado siglos y siglos, “La Alhóndiga”,
En donde los moros otrora, almacenaban
El trigo de sus cosechas y, por ello,
Al Guadalhorce llamaron “El río
Del pan de trigo”, candeal y rubio.
Padre Sol no era aún el Rey del día
Y la Luna careaba sus
cabrillas de estrellas
Por los manchones
del firmamento,
Camino ya de las piqueras del cielo,
Huyéndole a la
aurora de la que ya
Asomaba su tumbaga
de diamantes.
Pero ahora más que nunca, al labriego
Le lesan su abnegado
trabajar la dura tierra
En aras del pan
de la humanidad, sequías,
Inundaciones,
plagas cientos, intermediarios
Avaros y, lo que es más lacerante;
Un gobierno de ignorantes y mamasopas del bote
Que como los cangrejos, van de culo en la gobernanza.
Y ahí están los abnegados y pacíficos labriegos
Tirados con sus tractores en las carreteras día y
noche
Mendingándole justicia y apoyo a un gobierno
De mangantes, tahúres y merdellonas intelectuales.