Los habladores son unos odiosos
tiranos, que si antes sólo tenían su hábitat en los corrillos de la especie,
hoy sobreabundan en la sociedad que tabla
en ristre pertinazmente sustituye ya en el pensar al cerebro y lo que pudiera ser
un bien, es un mal que sustituye ni más ni menos que a la facultad del cerebro
con el escalofriante deterioro de naturaleza
humana.
Los que quieren siempre ser oídos y no escuchar ni atender a nadie, usurpan a los demás una
prerrogativa propia del ser y, como el hablador compulsivo miente
necesariamente mucho (en el
mundo normal no hay temáticas ocupar racionalmente tanta palabrería de alcantarilla)
prostituyen con tal raudal de mentiras,
la virtud que más nos diferencia del bruto, del australopitecos no sirve
para el buen entendimiento del ser humano, al que. A la vez, ha engolfado peligrosamente porque, la
palabra, es lo que concede cierta especie limitada a los brutos
de la dicción que, precisamente, se
recluían para su bípeda lenguarada en
corrillos recluyentes; pero, han
escapado de su hábitat natural y, con el aplauso de la chusma indigente intelectual
han hecho de las relaciones humanas un
mentidero nacional, una torre de babel moral.
Lo peor, ya digo, es que a la lengua viperina del hablador pertinaz, le temen los que blasonan
como “los buenos”, las personas de “orden”, los que tienen “educassión” y,
no es otra cosa ello que, un embozo
cobarde y servil no vaya a ser que le sambeniten los habladores como “fachas”, “franquistas”
de la “derechona” o “beatos” porque creen en Dios y son coherente, o quieren serlo,
con ello.
¡Ah!: un lenguaraz
nunca te dejará razonar, la razón es siempre suya y si tu no opinas como él, eres
su enemigo, que, por algo, han hecho
suya, mientras roban o delinquen (también
con la patente de corso que han hecho suya por la jeta) la supremacía de
la moral y la decencia.
La única manera de contraponer con ellos es descubrirles su
flagrantes contradicciones en todos los campo y, echárselas con valentía a la cara. Así será, al menos, por lo que a menda respecta.