viernes, 26 de abril de 2019

EN LA PAZ PERDIDA DE LA VIDA EN EL CAMPO

Resultado de imagen de Francisco Baquero Luque

Laborando el pan casero en el horno exterior con leña. Aquí se está canteando con el canteador   de caña con su cepellón de raíz, el pan dentro del horno para ver si está cocido ya, subido, o aún tiene masa blanda.

 También se hacia el pan en los hornos de las casas del pueblo y, éste, se impregnaba de  intenso y grato aroma a pan candeal, y a leña quemada: tomillos, romeros, retamas, cantuerzo, leñas de olivo  "ramón", etc. En definitiva sabor a pueblo, a  convivencia. Por ello, a Cártama vinieron  siempre veraneantes de interior. Una gloria de pueblo, todas las puertas de las abiertas y, desde la calle se veían los patios repletos de macetones con flores: pilistras, don pedros, jazmines, dama de noche, "yerba luisos", geranios con flores de todos los colores, etc. y, también flores en los balcones, y dando sombra a estos patios, una buena parra de uvas negras gazpachera; se solía hacer el gazpacho y comerlo la familia   al fresco de dicha parra. El único problema que tenía Cártama es que  fue siempre pobre en agua potable y, había que acarrarse en cántaros al cuadril y en cubos en la mano libre.

Y, lo mejor, la convivencia y la relación entrañable entre vecinos. 

La única máquina de empacar sayos
la tenía mi padre y nunca estaba en nuestra era en campaña de barcina de maíz  para empacar nuestro sayos que dejaban  las mazorcas; la tenían amigos desde Pajares hasta las Monjas; Yo decía a mi padre, "la máquina  la van a fundir entre unos y otros..." y, él, me contestaba: "empacamos nosotros los sayos  en sacos, si hace falta, pero..., ¡y la alegría del
favor que hacemos a nuestros vecinos...!" 

Y ellos eran iguales en otras cosas: La yuntas, las carretas, los arado de azurcar que, teniéndolo uno, era como de  todos. ¿El mundo ha progresado? En  valores  humanos lo que va es  de culo