LA
LIBERTAD PROHIBIDA EN ESPAÑA POR LEY
Prohíben por ley (quienes
hacen la Ley), que nadie elogie a Franco
ni a su mal llamado franquismo.
Esta censura denota incontestablemente que no estamos en una
democracia, al contravenirse constantemente el art. 20 de nuestra Ley Magna que
literalmente dice:
“(1. Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y
opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de
reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y
técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o recibir libremente
información veraz por cualquier medio de difusión…..
2. El ejercicio de estos derechos
no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa…..
4. Estas libertades tienen su límite
en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de
las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la
intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la
infancia.
5. Sólo podrá acordarse el secuestro
de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de
resolución judicial.”)
Sólo un Estado y Gobierno dictatorial puede conculcar estos preceptos,
en cuyo caso estaríamos bajo la tiranía de una dictadura, o partidocracia que
es peor que aquella, dado que ello decae en desgobierno que adquiere la categoría
de chichinabos, o de la dictadura de los chorizos, que es lo que tenemos.
El secuestro de la lápida en la
fachada de la casa nacimiento de Pemán en Cádiz que ya comenté entes; quede
esto de hoy como más razón aún.
Que tenemos un gobierno de “chichinabos” lo demuestra hoy el
independentista Junquera en la portada de un medio de tirada nacional
que en sorna dice: “EL INDULTO ES UN TRIUNFO PORQUE DEMUESTRA LAS DEBILIDADES
DEL ESTADO”. Mientras Sanchez habla a lomos de mentiras y medias trolas, los
separatistas dicen las cosas claras. El líder de los presos del “procés” se mofa así de la medida de gracia de Sánchez
de la que se beneficia.
En definitiva y para no cansar decir solo que la complacencia de las
élites de la nación ante su propio escarnio
es un auténtico “caso” clínico.