LOS PUEBLOS Y SUS GRANDES HOMBRES Y
MUJERES
El mero hecho de que un grande
personaje nazca en una ciudad,
pueblo o aldea, ya le da a estos, prez y
categoría en proporción. Con solo ello, ya la capital, el pueblo o aldea en que nace, los
erige de facto en hijo de pro sin
necesidad imprescindible para el común de más formulismos.
A tenor de lo dicho, y como
continuación de mi artículo de antié, no más,
con motivo del 65
aniversario de la muerte del ilustre
cartameño, José González Marín, alego concisamente:
José González Marín hizo a Cártama (pueblo,
Estación, pueblos comarcanos y, a España) copartícipes del honor de haber
conseguido por méritos singulares,
A):
La Gran Cruz de Isabel la católica, la más grande condecoración que otorga el
Estado a un civil.
B): El Collar de Alfonso X El Sabio,
ambos concedidos por el gobierno de la II República y,
C): La Medalla del Mérito al Trabajo
que le concedió el franquismo.
Amén, de ello, el año 1.944 es
nombrado Presidente de Honor de las Fallas de Valencia seguido de Hijo adoptivo de Valdepeñas, Ronda, Sevilla,
Málaga, Coín y, un largo rol en el mismo sentido a lo largo y anche de España e
Iberoamérica. Y aún más relevantes y frecuentes los homenajes en todas
capitales y pueblos del orbe de habla
hispana, en su mayoría organizados entusiásticamente por el mundo intelectual y artístico en todos
los escenarios y, de modo relevante en el Teatro Español de Madrid.
En una ocasión, asistí por primera
vez a uno de esos homenajes, ofrecido en esta ocasión por poetas, comediógrafos
y escritores. Lloré de emoción incontenible cuando, yo, con no más de dieciséis
años, oí gritar al enardecido público que abarrotaba el Teatro
Calderón de Madrid: “¡¡Bravo, bravo, bravo!!..., ¡del Sur tenías que ser!: ¡¡Viva
Andalucía, ¡¡Viva Málaga!!, ¡¡¡Viva Cártama!!, ¡¡Viva Cártama!!, ¡¡Viva Cártama…,¡¡Bravo,
Bravo,…!!
Y no menos emoción de patria chica
sentíamos cuando íbamos en el tren correo a reintegrarnos a los estudios en C
abra tras alguna de las vacaciones, el ver como al llegar a la altura de la cortijada,
Las Tres Leguas, decía la gente venir acá asomaos a las ventanillas se ve
Cártama, el pueblo de González Marín, y allá en el Monte el Santuario de la
Virgen de los Remedios que él salvó de la quema en 1.936, y se La llevó a América
escribiendo en su peregrinar por naciones y ciudades, la más bonita y tierna de
las cantigas marianas que se conocen.