4 NOCHEBUENA DE 1.937:
Dos veces estuvo la famosa por milagrosa Patrona de Cártama,
Nuestra Señora de Los Remedios, en sumo
peligro en alta mar con ocasión de su grandioso peregrinaje de año y medio (julio de
Una
fue, durante la ida al exilio a tierras
de allende el océno a bordo del trasatlántico, “Cabo Santo Tomé”, cuyo
capitán recibió un cable del gobierno de
De la otra, se cumplen ahora 81 años. Desde New York, y ante la duda de giro que tenía la guerra civil española, el genial y devoto rapsoda optó por emprender el retorno a España en un buque inglés, vía Gibraltar. A partir de aquí, copio literalmente de mi antes citado libro, este emocionante, singular y bello episodio mariano ocurrido próximo ya al siglo:
“...En
dichas datas, el “trío peregrino”
emprende en barco --nuevamente altar náutico de la peregrina Virgen de los
Remedios sobre las olas de los mares--
el regreso, desde New York a Gibraltar
(por la lógica prudencia, dado que España estaba en guerra), en donde
arribaron el día 27 de diciembre de 1.937, pasando después a España a través de
... Al “trío peregrino” le cogió las navidades en alta mar en medio de una enorme y temible tempestad,
lo cual, según contaron siempre el rapsoda y
su ayudante, no fue óbice para que, tanto pasaje como marinería no ocupada, le cantaran
a
“Antoñico”, inspirado por el canguelo que le producía el tronar de las olas contra el maderamen del barco, cantaba un villancico, o lo que fuera, que, según me decía años después, no sabía donde ni cuando lo había aprendido:
“El que no sepa rezar,
que
venga por estos mares
una noche de diciembre,
y
verá que pronto aprende
sin
que se lo enseñe “nadie”..
(1).Constituyó éste singular peregrinar, quizás la cantiga mariana jamás
concebida ni siquiera por los poetas primigenios del Mester de Clerecía
(Santillana, Berceo, El Rey Sabio, De la Encina, etc.etc) y ello, porque ésta no
era fabulado, sino protagonizada en carne y hueso por dos devotos de la Virgen
y, guiados por Ella, pues sin eso no podría, ni habérseles ocurrido ni llevada
a cabo.
En calidad de devoción y exvotos todas y cada una
de aquellas repúblicas se hermanaron con la España doliente de aquel momento
sin distinción de bandos y, cada una, regaló como prueba de ello, una enseña de
su respectivo país para que orlaran siempre, en memoria de tan especial hito,
los muros de su Santuario; y así fue
hasta los años de la década de los sesenta del pasado siglo que, alguien, las
quemó.
“Así como en
la travesía de ida pesaba, sobre el rapsoda español en especialmente, la duda
de si habría hecho bien o no de llevarse consigo la famosa imagen de la Patrona
de su pueblo lo que le hacía gran parte de las noches rumiando su duda sobre la
cubierta del barco, aunque le constaba y así lo dijo siempre que obedeció una
voz interior y que él la iba a salvar de ser quemada, también sobre el ánimo de
los nautas españoles gravitaba durante
la travesía de regreso a
Si ciertamente nadie, creyente o no, queda indiferente ante el profundo significado emocional, histórico y humanista de estas fiestas, para Cártama que fue escenario de una aventura mariana tan ligada a estas fechas, tendrá siempre un añadido motivo de primera magnitud.