TARDE ESTIVAL
Somnolienta va la tarde,
lenta, lenta hacia el ocaso,
Donde se adentrará en
las
nubes que con sus lloviznas
le dan grato frescor al verano
y a los frutos de la higuera:
higos dulces y brevas.
También son frescos alivios siderales
que hace Dios al
labriego, afanado
con generoso empeño en obtener
el pan a la tierra áspera y entrañable.
Y siembra pegujales verdes
alimentos vitales del hombre
fiel el labriego al Divino Mandato:
“con tu sudor ganaras el pan de la especie”.
Benditas sean las saudades
que me traen los recuerdos de
aquellas tardes gloriosas en que yo,
chaval aún, recostado en un lindazo
de las hazas, pasaba horas y horas
ensimismado en el ocaso y sus
candilazos,
rojos como de Abel la sangre.
Y no encontré respuestas a las preguntas
que me sugerían el inefable cielo;
Preguntas que sólo Dios las sabe.
Sólo Dios sabe responder al profundo
arcano.
Y si miraba a mi izquierda,
Veía en el monte suyo el Santuario de
la
Bendita
Virgen de los Remedios.
¡¡Memento…!!