miércoles, 5 de enero de 2022

 

                              NOCHEBUENA DE 1.937:

      LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS, PELIGRÓ    EN ALTA MAR                                              

 

                                                              

            Dos veces estuvo  la  famosa por milagrosa Patrona de Cártama, Nuestra Señora de Los Remedios,  en sumo peligro en alta mar con ocasión de su grandioso peregrinar  de año y medio (julio de 1.936 a últimos de diciembre de 1.937) por las ciudades y pueblos de  todas las repúblicas hermanas (1) de Iberoamérica y New York en olor de devociones y cadencias líricas en la voz impar de su juglar y paje, José González Marín,  que la raptara del peligro de las llamas   en una aciaga fecha de la historia de España.

 

            Una fue,  durante la ida al exilio  a  tierras de allende el océno a bordo del trasatlántico, “Cabo Santo Tomé”, cuyo capitán recibió un cable del gobierno  de la II República española,   a tres días de  estallada la guerra civil, que le ordenaba imperativamente  el apresamiento y retorno  a España, en calidad de cautivo, del rapsoda, José González Marín, en cuya compañía y en la de su ayudante escénico, Antonio López Plana, “Atoñico”, viajaba  la sagrada Imagen en su singladura de huida  al nuevo mundo  siguiendo la ruta colombina, lo que la salvó de ser quemada y Ella y una bellísima tradición mariana de cinco siglos rota.  

A la altura de Brasil, el capitán, y ya amigo del artista  que había hecho llevadera con sus poemas la singladura de personas que huían de una guerra cruel y fracticida, llevó a su camarote al recitador  español y le comunicó: “Tengo orden de detenerte y retornarte cautivo a España. No lo voy a hacer. No lo puedo hacer.  Voy a simular una avería para tocar en el puerto de Río Verde en Brasil cuya altura estamos y,  voy a dar unas horas al pasaje que quiera bajar a tierra. Aprovecha y sigue tu ruta con Ella por tierra hasta tu destino. Con el atrezzo que siga “Antoñico” hasta  Argentina. Que  Dios  y esa Virgencita milagrosa, que debes llevarte contigo por tierra, nos ayude a todos...” 

            De la otra, se cumplen ahora 81  años. Desde New York, y ante la duda de giro que tenía la guerra civil española,  el genial y devoto rapsoda optó por   emprender  el retorno a España en un buque inglés, vía Gibraltar. A partir de aquí, copio literalmente de mi antes citado libro, este emocionante, singular  y bello episodio mariano ocurrido  próximo ya al siglo:  

           

            ... Al “trío peregrino” al regresar a España  en diciembre de 1.937 le cogió  en alta mar  una enorme y temible tempestad, lo cual, según contaron siempre el rapsoda y  su ayudante, no fue óbice para que, tanto  pasaje como marinería no ocupada, le cantaran a la Virgen  María del Remedio -- preciosa compañera de singladura en medio  de la horrible tempestad que zarandeaba el barco como la cáscara de una almendra-- villancicos políglotas salidos del alma Algunos de dichos villancicos eran del repertorio poético del juglar; uno de ellos, por aportar un ejemplo, era de Lope de Vega, con adiciones  que para su recitado le había hecho el rapsoda de su puño y letra y,  en algunas estrofas   trozos de los que en su pueblo se cantaba  en estas fiestas:  

                                                      

                        

 

 

                                                                                                                                                                      

 

            “Antoñico”, inspirado por el canguelo que le producía  el tronar de las olas contra el maderamen del barco, cantaba un villancico, o lo que fuera,  que, según me decía años después, no sabía donde ni cuando lo había aprendido:

 

                                         El que no sepa rezar,

                                           que venga por estos mares

                                           una noche de diciembre,

                                           y verá que pronto aprende

                                           sin que se lo enseñe “nadie”..

 

 “Así como en la travesía de ida pesaba sobre el rapsoda español  la duda de si habría hecho bien o no de llevarse consigo la famosa imagen de la Patrona de su pueblo, lo que le hacía  pasar gran parte de las noches angustiado  sobre la cubierta del barco,

 también sobre el ánimo de los nautas españoles  gravitaba durante la travesía de regreso a la Patria Chica, y pese a la gloriosa odisea que estaban finalizando, una gran preocupación: ¿Qué habría pasado realmente en Cártama durante el año y medio que habían estado ausentes? Sabían que  sus paisanos se habían matado unos y otros, pero ¿cuántos? ¿Quiénes? ¿Sería cierto  que al cura párroco, Juan Martín Serrano, que les entregó la imagen,  lo habían matado y no podría ver su regreso...?(en efecto no pudo verlo porque había sido asesinado)  Un denso manto de malos agüeros se cernía día y noche sobre sus ánimos, lo que hacía el camino de retorno más angustioso y tenso, si cabe, que el de la ida...

            La Virgen tardó un mes más en llegar a Cártama dado que el escultor e íntimo amigo del rapsoda, Paco Palma, quiso recomponerle algunos desperfectos que lógicamente se habían producido en su cara durante el ajetreado peregrinar de país en país. Cuando la Virgen volvió a entrar por las calles del pueblo, como explico en otro relato,  constituyó un hito  grandioso por la altura y coherencia  sentimental de todo el pueblo Ciertamente nadie, creyente o no, quedó  indiferente ante el profundo significado de emoción, histórico y humanista  de  estas fiestas;  Cártama fue escenario de una aventura mariana sin parangón en la historia toda de los pueblos, equiparable a la procesión  que, según los anales,  los propios Reyes católicos organizaron desde su campamento al cerro de la ermita para instaurarla patrona  de Cártama tras haberla tenido en su propia tienda en donde le rezaban antes y tras cada batalla. Condestables, Duques, Marqueses con sus huestes, pompas y trompetería etc. cubrieron la carrera desde las estribaciones  del pueblo a la pequeña ermita en que fue adaptado, para Ella, un oratorio agareno.