miércoles, 11 de mayo de 2016

ESPAÑA, PAÍS INERME YA ANTE LOS CHORIZOS POLÍTICOS


 El español es ya un pueblo alienado y, salvo milagro que haga por sí mismo,  irremisiblemente.  Es un pueblo que en su gran mayoría está dispuesto a comprar humo demagógico, a idolatrar a los tramposos como grandes dirigentes; a interpretar las payasadas  de políticos  que las  escenifican como si fuera política de altura y no verdaderas birrias protagonizadas por  tales políticos, incluido por estas coordenadas  el señor Bendodo mandamás de la Diputación (me veo negro para evitar bailar las vocales por lo que  caería  en irrespetuosa congruencia);  a elevar las tonterías a la categoría de grandes axiomas y, a tragarse cualquier demagogia como mensaje de esperanza.

Un pueblo de hijos de las Logse y de los maestros ideologizantes sectarios (¡cuánta culpa les cabe  a profesores  y periodistas mercenarios en este lamentable entuerto!) que se ha hecho responsable por ignorancia y apatía mental del viejo comunismo que se nos viene encima, en cuya historia sólo hay pobreza, odios de clase, miseria moral, obstrucción del progreso, guerras  y pueblos arruinados y  vestidos de luto con  chorreo de lágrimas,  asesinatos y matanzas (por poner un solo ejemplo, las fosas de Catín, los cementerios Gulab, etc) hasta un total de 110 millones de muertos en su debe.  Y a eso le llama la extrema izquierda española con la que pacta el PSOE, el “cambio” y el “progreso” y, el pueblo,  es en gran y determinante parte anuente con ello.

Cada día que pasa es más obvio que los ciudadanos somos tan culpables, o más, que los políticos de la situación que ya tenemos y la que se nos viene encima con fulanos como Pablo Iglesias, al final también Albert Rivera y el malagueño  de IU (ya izquierda uncida) y esa pléyade mareas afines, verdadera lacra que socaban el ser y el corazón  de España.


En las próximas elecciones   se ventila que sea realidad lo que nos ofrece la extrema izquierda (ruina como en Grecia, Venezuela, etc y, antaño, la II República española durante la que socialistas y comunistas provocaron tres guerras civiles y cientos de miles de muertos inocentes), o el triunfo claro de los partidos constitucionalistas. Y,  de nosotros los votantes, depende que sea una cosa u otra. España se juega su futuro ahora.