domingo, 1 de mayo de 2016

ME HAGO ECO DE UNA CRÓNICA DE D. RAFAEL DUPOUY DESDE CARACAS, VENEZUELA.

Querido amigo Dupouy: Le agradezco, una vez más, sus recuerdos de la interactiva historia de España y Venezuela en las que tan señaladamente han sido protagonistas sus familiares actuales y pasados. Hoy me envían ustedes, ¡oh Dios!, un testimonio interesantísimo del Manolete de hace 70 años. Entre los recuerdos que mantengo de él en mi octogenaria memoria, me complace contarle, a modo de anécdota, el siguiente, muy poersonal. Era el mes de mayo, feria de Córdoba. Toreaba en su tierra Manolete con El Estudiante y Domingo Ortega. Yo estudiaba bachiller en el internado- Instituto de un pueblo de Córdoba, Cabra. Desde Cártama fueron a ver a Manolete José González Marín y varios amigos, entre los que se contaba mi padre y, en el trayecto se acercaron a Cabra para llevarme con ellos. Habíamos terminado el curso en esa fecha precísamente. Estando en la plaza viendo la corrida, repleta de público y con un calor cordobés sofocante, le dio a mi padre un ataque de epilepsia que sufría desde la guerra civil, cuando se escapó del coche en el que lo llevaban los del Frente Popular a darle muerte y unos perdigones de los perseguidores le impactaron en la cabeza. Pepe González Marín y yo, lo llevamos a la enfermería para que le administraran luminal a ver si no le repetía. Estando allí entró Manolete a curarse una mano de una pequeña herida que le causó el estoque. Al ver a su íntimo amigo, Pepe G. Marín, tras un fuerte abrazo, le preguntó, "tú qué haces aquí .." y, el artista le explicó lo que ocurría. "Doctor, atiéndalos como si se tratara de mí, son como mis hermanos". Al otro día, muy de mañana, antes de emprender viaje a otra plaza en que toreaba, fue al hotel a preguntar por mi padre, ya recuperado.