¿Qué clase de minorías
pretendidamente selectas, supuestamente cultas y que, dicen ser las ecuánimes regidoras
del pueblo, son las de Cártama de cuya iracundia,
calumnias, oprobios e inventivas gratuitas e injustas hay que estar defendiendo
constantemente la memoria del hijo más preclaro de esta villa, que fuera en
vida sin par primer actor, creador de un arte poético noble y
único de fama universal que redundó en la de su pueblo, que estuvo en posesión de la Gran Cruz de
Isabel la Católica por su labor cultural en el mundo entero de habla hispana,
que además, salvó a la Patrona del
pueblo de las llamas y enhebró la cinco veces centenaria tradición mariana del
mismo en momentos virulentos de nuestra
historia. ¿A qué viene ese increíble odio inmotivado pues a nadie hizo mal,
sino todo lo contrario porque fue un hombre esencialmente bueno? ¡”Cosas veredes amigo Sancho…”, dijo Alonso
Quijano a su Escudero.
Probablemente no exista lugar alguno a los cuatro puntos
cardinales de la piel de toro hispana que protagonice tales paradojas, contradicciones
caletrales e injusticia tan manifiesta.
El día 6 de este mes un ex alcalde del pueblo y la concejala
(¡de cultura…!) en una comida con más de quince comensales volvieron a la carga
irracional e inane.
Coincide el dicho entuerto con que el mismo día, a través del
Concejal de urbanismo, y el arqueólogo de la villa, envié propuesta para limar
ciertas diferencias por discrepancias que manteníamos el C ronista Oficial del
PSOE y yo y, su contestación, fue
negativa. Yo he cumplido conforme a lo que dicta la hombría de bien. Él sabrá
lo que hace. Vale.