Del anonimato de los buenos
--mar de muertos--surge fácil Tu nombre.
Nos asimos a Tí los hombres nuevos
como irredentos náufragos,
con la esperanza de salvarnos de este infierno
y hacer de Tu cruz un arbol con lustrosos frutos,
a cuya sombra se detenga el tiempo.
Con Tu nombre, Madero, formaremos
un templo en cada corazón no muerto
que tenga la grandeza del océano
para el austero culto de Tu ejemplo.
***
*
Te invoco: ¡Cristo!:
Necesaria es Tu venida otra vez
con ademán iracundo,
y fustiga la hipocresía tunante.
Ven Cristo Justo, Cristo bueno:
Te prometemos corona nueva y cruz flamante.