¿PARA QUE SIRVE EL PP DE LEONOR?
Vaya por
delante un escueto enunciado etimológico
del término democracia: Del griego, demokratia, formada por demo (pueblo), y kratos (autoridad). En este sentido, según consagrados analistas
políticos, la autoridad está para servir
al pueblo, tanto colectiva como individualmente. Es un deber inexcusable de
todo mandatario que se tenga por demócrata,
pero por desgracia, actualmente sobreabundan
los casos en los que el poder (la autoridad) transita por caminos
que divergen de este bello postulado. En
Cártama tenemos un ejemplo más o menos
ostensible en la cúspide del PP, en especial su presidenta, Leonor García Agua,
en oposición, como lo estuvo siempre
porque sólo gobernó media legislatura como resultado de una moción de censura
abisagrada.
En, efecto,
en un sistema democrático, todas las
miradas de la ciudadanía suelen estar pendientes de los actos de los políticos
que gobiernan, a los que, muchas veces, se les exigen resultados muy por encima
de los medios con que cuentan, si bien en otras los dilapidan por
irresponsabilidad ó ineptitud.
Por el
contrario, los políticos de la
oposición, que por no asumir responsabilidades directas de gobierno
tienen unas obligaciones más relajadas, gozan también de una mayor libertad de acción, que en puridad debe
traducirse en una mayor atención a todos los ciudadanos sin jamás sin
jamás practicar acepción de personas ni
venganzas por acción u omisión. Esto es lo que no son capaces de asumir, ni quizás siquiera de
comprender, la mentada cúspide del PP en Cártama, cuya actividad se ciñe a una
política en círculo cerrado, de
covachuela excluyente, cada vez más de culo al pueblo, salvo cuando aprovecha
algún suceso puntual apara hacerse la “foto”.
Por eso, doña Leonor no ha ganado ni unas de las elecciones a las que se ha postulado por méritos propios.
Eso sí, se ha acomodado en ese refugio pecatorum que es la Diputación
Provincial.
La mentira,
si es acto deplorable en toda persona humana, en el político, cuya conducta
debe ser siempre ejemplarizante, destruye.
La palabra es un don divino que nos diferencia de los
animales, y la mentira la prostituye y
nos rebaja a categoría inferior. Por
algo, las encuestas insisten en que los
políticos (con las naturales excepciones, que son muchas) constituyen el tercer problema del pueblo
detrás del paro y la crisis. Hoy por hoy, son otra “crisis”, y, según todos los comentaristas, origen del resto de ellas.