VELADA
CULTURAL EN LA CASA
CASTILLA -LEÓN DE CARTAMA
El día 9 de este mes del año ¿2.005?) tuvo
lugar en la Casa
Castilla-León de Estación de Cártama, la presentación del
libro del poeta Antonio Beltrán Lucena, “Seguimos soñando un mundo mejor”. Además
actuaron amenizando el evento literario, un grupo de jóvenes artistas
cartameños. A todos los presentó el también cartameño, Francisco Baquero Luque, con las
siguientes palabras:
***
“Buenas noches:
Me toca a mí iniciar la
velada con esta presentación literaria. Y debo hacerlo agradeciendo, según creo que es el sentir del
pueblo de Cártama, a nuestra HERMANADA Casa de Castilla-León, la solícita disponibilidad
que en todo momento muestra para que, su sede, sea escenario de tertulias y actos culturales
como éste que, indudablemente, contribuyen a impulsar la cultura en nuestro
pueblo.
Quiero también, desde mi afecto personal, resaltar
hoy, el abnegado trabajo de la hermana
Concha a favor de Cártama, con ese su talante de “fémina inquieta y andariega”,
émula de aquella adelantada en la entrega al
prójimo que se llamó, Teresa de Ávila.
Entre la siembra y la cosecha hay siempre un inevitable trecho, pero no nos quepa la
menor duda de que, la semilla de convivencia
que los socios cartameños de la casa de
Castilla-León están pintando hoy en la
besana de nuestra historia, irán dando
cada día mayor y benditas cosechas de armónica cultura popular.
Igualmente
debe ser motivo de sano orgullo para nosotros, que los artistas que van a
protagonizar esta fiesta lírica, sean cartameños, incluido Antonio Beltrán
Lucena, porque haber nacido en Campanillas o en Cártama es mera cuestión de lindes.
En todo caso, nuestra tierra ha sido --- y por ello debemos sentirnos muy
orgullosos a ambas orillas del
Guadalhorce ---, desde la época de los romanos hasta hoy, pródiga en hijos
ilustres y solar de importantes hechos históricos. Evoquemos, muy de pasada
porque el tiempo no da para más, que, por ejemplo, cartameñas fueron varias sacerdotisas de la
urbe romana, y, según una verosímil leyenda que los siglos han ido diluyendo,
la esposa de Pilatos, Claudia Prócula, que según el Evangelista San Mateo,
conoció a Cristo y fue la única persona que abogó por El ante el Procónsul
deicida, parece que nació en la
Cartima romana, y, no es un atrevimiento mío tal propuesta
historiográfica: ya saldrá un libro en el que, con toda prudencia, se intenta fundamentar
esta antigua tradición oral. También en el siglo XVII, Cártama dio a la
historia de España, entre otros preclaros varones, a los hermanos Altamirano,
jesuitas insignes que se codearon con Reyes y Papas (uno de ellos, Lope Luís,
aparece en la película “La
Misión ”). Ya en
tiempos modernos, cartameño fue el
famoso poeta Enrique López Alarcón, a su vez descendiente de otro cartameño
ilustre, José Alarcón Luján que fuera alcalde de Málaga (él hizo la calle
Larios), y está enterrado en la Iglesia Parroquial de Cártama. De raíces cartameñas
(su madre lo era de nacencia), fue Salvador González Anaya, erudito de la Real Academia de la Lengua , poeta y novelista, quien, a petición de su madre, escribió una
novela de sabroso contenido costumbrista
sobre nuestro pueblo titulada, “El Llavero de Anica La Pimienta ”. Y el universal rapsoda, José González Marín. Y
cantaoras y cantaores como Teresita la del Terralo, enorme saetera, y Cipriano Díaz,
“Pitana”, que recogió y legó para la historia del flamenco, ya con su
personal impronta, los cantes de
la “Chirrína”, a la que algunos autores tienen también por cartameña. Y
Carbonero, y el hace poco fallecido Ramolichi, y, una larga lista de artistas anónimos, como el Zocato, y el Niño
de la Ramona en
cuyo Cante de la Trilla
se inspiró José Carlos de Luna para reescribir su poema del mismo título. Y, si
todo ello fuera poco, de ambas riberas del río es reina de corazones nuestra
venerada Patrona la Virgen
de Los Remedios.
Valgan
estos escuetos trazos para dar idea de cómo fue antaño esta Cártama de nuestros amores. Si lamentablemente a una tarde de luces lejanas en que resonaron
disparos con pavorosos ecos de
convivencia truncada, le siguió unas décadas de
modorra cultural e intelectual, hoy va despertando de ese letargo y cuenta
ya con una importante nómina de jóvenes
universitarios y universitarias, deportistas y artistas que prestigian nuestro
pueblo por los rincones de la patria. Esto, a los que hemos vivido una y otra
época, nos embalsama el alma.
Representando a esta nueva generación de
artistas cartameños, esta noche actuarán
para nosotros tres figuras del flamenco,
ya consagradas pese a su juventud: El Guitarrista “Niño de la Aljáima”, que ha
marcado el paso del cante a grandes
intérpretes del momento. María José Santos, creadora del cartameño grupo de baile “Los tarantos”,
que cuando baila hace brotar con el aire de su cuerpo, según me cuentan,
amapolas y alhelíes. Y, como benjamín del elenco, pero ya consagrado cantaor de
cepa, Antonio Luque, “Canito”, apelativo que antaño llevaron su abuelo y el mío,
recuerdo a los antepasados que le honra y demuestra tener alma de artista.
Y, Antonio Beltrán Lucena.
Además de lo que a renglón seguido voy a semblar de él, yo le tengo anotado
algo que, personalmente, valoro en mucho: Es mi Amigo.
Gran señor por donde se le mire, poeta y flamencólogo, que, por blasón, lleva
siempre en el ojal de la solapa de su chamarreta un ramito de “hierbabuena”, y,
como símbolo de su nacencia y crianza terruñera, suele cubrir su cabeza con una gorrilla flamenca.
Pocas
personas de nuestra comarca ignoran quien en realidad de verdad es Antonio
Beltrán Lucena, y todos en algún momento han conocido de sus cantares y decires
difundidos a voleo en prensa, radio, televisión, certámenes y libros, de los
que esta noche, precisamente, nos presenta el último de los muchos que ha
escrito titulado, “Seguimos soñando un
mundo mejor.
Siguiendo
con su trayectoria humana y artística, Antonio Beltrán lleva el campo, con toda
su belleza dramática y multiforme, metido en el fluir de sus venas, porque
en el campo vivió y trabajó siempre, y el
campo le hizo poeta. Pero como el campo suele empobrecer a quienes en el
afincan su vida, él también como tantos otros, un día tuvo que emigrar a la fría Europa. “En Alemania fui emigrante el año sesenta y dos”
dice en uno de sus libros. Esta dura experiencia no fue capaz de agostar en su corazón la comprensión, la tolerancia y la
benevolencia:
“ ...
Que cantando hay que seguí
en
guenos y malos tiempos,
aunque a veces esté el sentir
roto por fuera y por dentro.
.
Una madura
reflexión de tan ásperos avatares y
sobre la ascética y a la vez dura vida del campesino, que en perra brega con la
dura tierra ha de ganar el pan de cada día, es, repito, tema de su extensa obra, que, como dice Pablo Franco
Cejas, prologuista de su citado y último
libro, “presenta la descripción verseada de un andalucismo popular”, pero
pleno de “valores esenciales de la vida”.
Antonio Beltrán, al igual que las aves canoras, tiene su “queá” (que para más
propiedad llama “Er Sírguero”), arrecachada en la ladera de un tibio alcor
cercano a Campanillas, villa ésta asentada
en el triángulo de confluencia de los
dos ríos históricamente emblemáticos de la Hoya de Málaga: Guadalmedina y Guadalhorce.
Y en esa atalaya, con sus pupilas colmadas
de paisajes dibujados por el eterno pincel, el numen de Antonio Beltrán Lucena
concibe y crea su poesía y su prosa, que es un constante, sencillo y elemental
cántico a la vida, a las gentes de ayer y de hoy con sus costumbres.
Pero no
elude, ni mucho menos, la denuncia de las injusticias sociales, contra las que clama de esta manera rimada:
“Uníos,
ni un paso atrás,
No más niños muertos de
hambre,
Instemos a los mandamás
Conviertan misiles y tanques
En arados para labrar.
Falta están haciendo bastantes. ”
Si mal
no recuerdo, la obra de este trovador moderno está contenida en 15 libros que
le han deparado una “jartá”, (como diría él), de importantes premios que no hay
tiempo de enumerar. Su libro, “Seguimos soñando un mundo mejor” (significativo título), nos muestra
líricamente toda una geografía de usos y
costumbres de las gentes del pueblo liso
y llano, del campo y de la ciudad, pero también nos ofrece el radiograma rimado
de las flores, de los pétalos del rocío, de la luz del alba, del “pipiár” de los jilgueros, del reventar de la
espiga, y, el silencioso lenguaje de la
toponimia de nuestros valles, cerros y horizontes
guadalhorceños.
Quiero
contar, para terminar, una vivencia mía relacionada con su “Seguimos soñando un mundo mejor” : Yo intento dilatar mi vida
interior hacia el futuro en alas de la
fe, y, prolongarla hacia el pasado actualizando gozosos recuerdos para, así, evadirme virtualmente de
la estrecha burbuja del presente. Ensimismado en nostalgias de ese pasado
lejano que hoy se me aparece vitalmente pletórico, no ha muchos meses rememoraba
yo cuando de zagal ayudaba a mi padre en las faenas camperas: pintando trigo en el surco que abría el arado;
en la barcina con la carreta; trillando la parva en la era durante las horas en las que el sol hacía “chirivitas”
en los rastrojos; durante la maquila del molino aceitero, comunicado con la
casa vivienda a la que inundaba del
grato olor de las aceitunas atrojadas y del aceite virgen de los mastrenes ; a la madre guapa a la que
ayudaba en el amasijo y cochura del pan; el cuido del ganado en los tinados con rumores
de esquilas. Pues bien, cuando el alma
evocaba esos hitos de tiempos idos, me
preguntaba ¿qué poeta cantará algún día todo esto? Y, que casualidad, días
después, cae en mis manos el libro “Seguimos
soñamos un mundo mejor”, de
Antonio Beltrán, y de inmediato, mi alma rimó con la suya al conjuro de estos
versos:
“Aquí
un carro faenero,
los avíos pa castrá,
los atavíos de un bandolero
los aperos pa
trillá ”
“Aquí
un molino de aceite,
el argaíjo pa amasar,
tahona, seaso, arteza,
el jozno pa cocé el pan...”
Y es que Antonio Beltrán, no sólo ha hecho
del lenguaje popular, sencillo y atávico, toda una construcción literaria genuina y personal que llega al
corazón de las gentes, sino que ha
sabido ponernos ante aquella sabiduría natural de nuestros abuelos, que nos
lleva a preguntarnos con ELIOT:
“ ¿ Dónde está el conocimiento
que hemos perdido con tanta Televisión?. ¿Donde está la sabiduría que hemos
perdido con tanta desinformación?....
Cedo la palabra a Antonio Beltrán. Muchas gracias”.