ISI, es su
nombre familiar. Es la Concejala de Bienestar
Social (o como se diga) del Ayuntamiento de mi pueblo, Cártama. Por ende, la
edil con, quizás, el cometido del gobierno municipal que requiere más
delicadeza en el trato humano porque, su brega del día a día es con las
personas más inermes: Enfermos, viejos, pobres, etc, todos, unos más otros menos, susceptibles de ayuda;
algunos de una mera sonrisa amable y comprensiva, que no es poca ayuda en este
perro mundo egoísta y metalizado que nos han inducido a fabricarnos.
La cosa es más grave aún porque hay más casos
de los debidos de cajeros de nuestros dineros públicos con las manos conectadas a sus propias faldriqueras; ¿me van entendiendo ustedes?.
Amén de poca vergüenza, los tales (he aquí la rechinante paradoja) son notoria
y escandalosamente indigentes de
lumbreras (donde hay praxis sobra tesis)
lo que ha agudizado de forma extremosa en nuestro país la conocida crisis.
Pero lo más penoso es que tal crisis quienes
la están sufriendo en grado dramático es el pueblo liso y llano; los más
débiles como apuntábamos antes.
Pues bien,
el contrapunto lenitivo lo ponen personas como ISI, y el equipo del que se
rodea. He hablado al respecto con bastante gente, y puedo decir (aunque de
todos modos yo hubiese hecho este escrito) que en el reconocimiento y gratitud
hacia ISI, no estoy sólo.
Mi cónyuge
y yo tenemos 82 años cada uno. Menda, operado por dos veces de aneurisma aórtico
y siete hemorragias gástricas
soportadas; y, ella, parkinson, artrosis complicada generalizada y síndrome de
piernas inquietas; una pensión mínima, lo que no obsta para que estemos
obligados a pagar de nuestro bolsillo el taxi de traslado a revisiones en el
Hospital, porque Cártama, a 17 kilómetros del mismo y pese a tener Cártama un
servicio de autobuses de uno cada hora ida y vuelta a Málaga, no ha habido manera de que alguno
hiciera parada en el mentado centro clínico. Los enfermos y viejos no somos ya
rentables (más bien un lastre para la chusma mentada) tras una vida
dejando lo mejor de nuestro trabajo en las arcas del Estado cuyos componentes se lo están
comiendo con fauces depredadoras.
Pues bien, nos vemos obligados en justicia, y porque es de bien nacidos ser
agradecidos, a decir públicamente que cada
vez que nos hemos visto obligados a
acudir a ISI (por teléfono sin ni siquiera desplazarnos a su despacho) su
respuesta ha sido absoluta disponibilidad, cariño explícito, deferencia y una total
eficiencia, revolviendo cielo y tierra
hasta resolver el problema que se le ha planteado, en nuestro caso varias
veces, y gordo; la última hace una semana..
Gracias
ISI. En su día cuenta, si vivimos, con
nuestro voto, y, lo que es más, con nuestro cariño y gratitud.
Francisco
Baquero Luque