jueves, 19 de diciembre de 2013

PAZ, VERDAD Y AMOR A TODOS


FELICIDADES CON PLUMA AJENA.


Pues hacemos alegría
cuando nace uno de nos,
¡cuánto más naciendo Dios!

Grandes huéspedes tenemos,
hagamos gran regocijo,
pues muestra la madre al Hijo
por quien todos hoy nacemos.

Nunca vimos ni veremos
juntos otros tales dos,
el Hijo y Madre de Dios.
(Cristóbal de Castillejo, 1.490-1.550)




REFLEXION

La libertad, la justicia, el amor y la paz que nos deseamos unos a otros en estos días de singular significado íntimo, son,  en efecto, valores esenciales que configuran la misión de Jesús de Nazaret, sin los cuales, bien lo sabía y dejó dicho  el mismo Jesús, no puede haber paz. 

Pese a ello, el mundo occidental se asienta sobre el flamígero volcán de la injusticia y la oprersión. La capacidad de aguante de las víctimas es grande, pero todo (nos lo dice la Historia, que es maestra de la vida) tiene un límite. 

El mundo de hoy no sólo se aleja del plan de Dios, que lo es de vida plena,  sino que quiere acabar con Él suplantándolo por ídolos corruptos.  Por eso es urgente recrear una sociedad más justa, más solidaria, más pacífica que sólo se conseguirá no  "razonando" con la fuerza, sino con el diálogo y verdad en mano. Una sociedad no puede prevalecer a base de mentiras, engaños  y trápalas cual estamos viendo.

La situación de hoy constituye un desafío para todos. Hay que escuchar con responsable atención el grito de los pobres, víctimas de inauditas injusticias mantenidas. Grito que pide libertad, justicia y paz. 

Ese mundo sufriente y ya desesperanzado nos demanda a los cristianos una respuesta a la fe que decimos profesar, una fiel coherencia con el Evangelio que nos legó ese Niño que va a nacer cuando, hecho hombre, holló con sus sandalias los pedregosos caminos bíblicos con pregones de amor y paz, que es JUSTICIA.

Mientras pienso en todo ello, yo canto con frustrado poeta Miguel Hernandez.

...Tienes el ojo tierno de preñada;
y ante el sabroso origen del suspiro
dondela lecha mana miera, miro
tu cintura, de no parir, delgada...

Privilegió Judea con tu vista
Dios, y eligió la brisa y el ambiente
en que debía abrirse tu capullo...


Le eligió Dios la brisa y el ambiente...: la pobreza de un establo y la humildad de un pesebre. Sublimes alegorías.