RECOVECOS DEL ALMA
Hay
que hacer el bien
Aunque
te lo paguen mal;
Acostumbrado
estoy ya
A
recibir mal por bien.
Pero,
aquí mi lirismo
No
va de moralejas:
De
ecos del alma va.
Por
lo alto de las tapias
Afila
su canto el gallo
Para
saludar a la aurora,
Que asoma por aquellos montes
Con
tumbagas de diamantes
Rayos de luz derramando
Tan
ajena en su inocencia
Que
el galante gallo la está
Esperando
para de amor requerirla
Con
su canto estremecido,
¡¡¡Quiquiriquí,
Quiquiriquííiiiiiiiii !!!.
La
aurora desde su ocaso
al
recién nacido sol saluda.
La
luna, pastora de estrellas
Se
esconde por las piqueras
De
la sierra de Bonela.
Al
niño cortijero, el alma
Se
le hace del cielo ángel,
Mientras
en el soto del
Nemoroso
río, juega al pilla pilla
Con
su salvaje fauna: la comadreja,
El
turón, la jineta el gato montés…
Con
los que comparte merienda.
Porque
tú, Guadalhorce umbroso,
Fuiste
edén de mi infancia:
Nací cerca de tu juncada orilla
Cuando la luna lunera
pastora
de sus estrellas
y
del lucero del alba,
me
sonreía en la cuna
mientras
mi madre bendita
me
dormía con sus nanas.
Y
el lucero miguero,
cabo
gastador del día,
se
escondía tras serrijones…
Las
campanas de la Ermita
Con
su clamor de alegría
Están
diciéndole al pueblo
Que
son las doce del día
Y llegó
la hora del reveso
Que
caen a comer los braceros
En
el segundo rengue del tajo.
Con
mi vida en el pueblo,
Componen mi amado hogar
Una esposa, Ada madrina,
En la terraza de la puerta, una
Hilera de naranjos y limoneros
Que me sembrara mi padre y,
Un hermoso hijo bueno
Que dos nietos me ha dado.
Confieso
que honrado he sido
Y con denuedo he luchado
en
aras siempre del bien
durante
mis noventa y dos años,
sin
otro reconocimiento que el
de mi familia y el de algunos
amigos
buenos cuya amistad me honra
per
seculam seculorum.